Miércoles, 17 de julio de 2013.
Carta 17.- A los jóvenes
“Orientar el Desarrollo de la Fuerzas Productivas.”
Nuestra tesis:
“La
política, la ciencia y la tecnología debieran ser disciplinas subordinadas a la
ética, eso daría lugar a un mundo mejor y una buena vida para todos.”
Aquí podríamos dar
por terminada la carta. Lo demás son comentarios que buscan fortalecer y
justificar esta tesis. Y además transmitir alguna información a los más
jóvenes. Quien este escaso de tiempo le aconsejo omitir las líneas que siguen.
La realidad histórica.
El
desarrollo de las fuerzas productivas determina la “posibilidad” de existencia
y la calidad de vida de los seres humanos en el planeta.
Uso
“posibilidad” porque nos aleja del determinismo a ultranza. Nosotros, seres
vivos, somos un eslabón en uno de los carriles posibles de la vida. Estamos
porque nuestros antepasados pudieron vivir y reproducirse y dejar una herencia
para la posteridad, de la cual nosotros formamos parte.
Otros caminos “posibles” conducen a la muerte.
Sin
la capacidad de generar los elementos mínimos para la vida –alimentos,
vestimenta, vivienda, defensa, capacidad competitiva, etc.- se marcha
a la extinción. Esto ocurrió en muchas oportunidades con ramas de la especie
humana que, conformando una tribu o alguna otra asociación, desaparecieron para
siempre de la faz de la tierra. Los yaganes y los onas en nuestra Tierra del
Fuego son un ejemplo. Como entiendo que resultan en una lección imperecedera,
reproduzco palabras de Roberto J. Payró sobre las causas de su extinción:
La
persecución -de que han sido objeto desde tiempo inmemorial por parte de los
nuevos pobladores de su territorio.
Las
enfermedades importadas, como, por ejemplo, la tuberculosis, que han hecho
estragos entre ellos y que continúan su obra destructora.
La exportación de adultos y de niños, hecha antiguamente por los misioneros, y
hoy día por los gobiernos…
La escasez cada vez mayor de elementos de vida, que antes abundaban, y que el
blanco ha hecho disminuir enormemente, persiguiendo sin tregua los animales
silvestres.
El uso de alcoholes nocivos que le procuran la avidez de comerciantes sin
escrúpulo.
El cambio de costumbres y método de alimentación, que no han podido evitar,
pues deriva fatalmente de la influencia directa o indirecta de los extranjeros.
Y por último, su mismo espíritu batallador, que los arrastra a guerras en que
se diezman entre sí.
Pueden examinarse rápidamente estas diversas causas parciales de desaparición,
que trabajan de consuno en su obra destructora con éxito tal, que dentro de
poco no quedará un fueguino en la isla.
En la primera colaboran desde un principio los exploradores, las autoridades,
los hacendados. Estos últimos, sobre todo, se llevan la palma hoy, y son los
que con más eficacia persiguen a los indios. Los exploradores han llegado en su
celo científico, hasta fusilar a los fueguinos, para enriquecer los museos de
Europa con sus esqueletos!... Así, como suena... El mismo Popper, que no era
muy blando de carácter, y que muchas veces disparó su rifle para alojar una
bala en la órbita de un indio -especialmente en su primer viaje-, denunció el hecho
en una conferencia pública, acusando también a un excursionista argentino.
Reflexionar desde
“aquí y ahora” sobre estas causas puede ser fuente de sabiduría para las
jóvenes generaciones.
Hablemos de la vida.
Para
no plantearlo en términos dramáticos, dado que estas cartas son las de un
militante político que busca abrir debates y aclarar sus propias ideas, voy a
elegir el camino de la vida. Y en las ramificaciones que se ofrecen dentro del
mismo, elegir aquella que nos conduzca a una “buena vida”.
El crecimiento de la población.
Sabemos que el “origen del hombre se remonta a muy pocos millones de años”.
Casi toda su existencia resultará la de una especie que vive a duras penas. Por
eso la población creció muy poco durante ese tiempo. Incluso si tomáramos como
punto de partido los últimos 500.000 años llegaríamos a la misma conclusión.
Hace
apenas 12.000 años no llegaba a 1.000.000. A partir de la agricultura y el
desarrollo de las fuerzas productivas crecerá la cantidad de habitantes. Sin
embargo el incremento de la población a gran escala es un fenómeno de los
últimos dos siglos. Hecho que además se acelera en las últimas décadas. Hacia
el año 1.800, 978 Millones de habitantes; en 1.850, 1.262
M; en 1.900, 1.650 M; en 1.950, 2.518 M; en
1.960, 2.982;…detengámonos un minuto. Estamos hablando de 50 años
atrás. La población no había llegado a 3.000 M. Hoy en 2.013
superamos los 7.000 M. La aceleración no
tiene parangón. En este mundo nuevo, con una población en constante
crecimiento, y con una Argentina que puede albergar un número mucho mayor de
habitantes, es que hacemos esta reflexión.
El pasado remoto.
Desde hace algunos milenios los mayores cambios sobre la faz de la
tierra los produce el ser humano. El tener libres sus manos y transitar
utilizando sólo sus piernas fue la precondición para el surgimiento del
trabajo. En un extenso proceso evolutivo que llevo decenas de miles de años,
cambiamos el medio ambiente y nos cambiamos a nosotros mismos.
Si observamos la forma en que cualquier animal salvaje se provee los
alimentos que sostienen su vida y reproducción, vemos que:directamente toma
de la naturaleza aquello que necesita. Lo consume. En el mejor de los casos lo
almacena por muy poco tiempo, para sí mismo o sus crías. Y finalizada esta
etapa espera que la naturaleza le vuelva a habilitar la posibilidad de
proveerse nuevamente de aquello que necesita.
En los animales “salvajes” carnívoros una presa es lo que le ofrece el
hábitat. La presa, el “otro” animal no se deja tomar sin huir o realizar algún
tipo de resistencia. El más fuerte lo corre, lo alcanza con sus garras y sus
dientes y lo mata. Para lograr su objetivo utilizó su propio cuerpo movido por
la necesidad, el instinto y su propia inteligencia. Nada más.
La caza y la pesca, junto a la recolección de frutos del
ambiente fueron la subsistencia para que los humanos no nos extinguiéramos.
Pero, a diferencia de los animales, el ser humano pudo extender su dominio
creando herramientas y utensilios. Quizás el golpe que podía asestar con su
brazo como medio de defensa y ataque, resultó la fuente para imaginar que con
un palo tomado del ambiente extendería su capacidad de defensa y ataque.Un
garrote o un hacha de piedra, constituyen un salto inapreciable en la
extensión de su poder sobre el resto de los seres vivos. Proyectar y
fabricar una lanza o un arco y flecha, es un nuevo acto de imaginación
donde su efecto llega más allá del alcance de sus brazos y sus manos.
Con toda seguridad el fuego habrá sido observado como
el fruto de condiciones ambientales que le eran totalmente ajenas durante
muchísimo tiempo. Un rayo cayendo sobre un bosque con una biomasa muy seca,
“vaya a saber”. Hasta que en algún momento con los elementos que tenían a
disposición y la imaginación iluminando en las tinieblas, se inició la “era
del dominio del fuego”. Si las armas permitieron aumentar la
producción, en particular de alimentos; el fuego permitió la cocción,
disminuyendo el tiempo necesario en la digestión; y la nutrición combinó
alimentos de origen vegetal y animal; y más personas pudieron ser mejor
alimentadas. Se desarrolló la masa cerebral.
Las sociedades acrecentaron el número de sus miembros, se hicieron más
complejas. Más personas hicieron necesario mejorar la comunicación para
sostener el grado alcanzado y el lenguaje oral fue el vehículo que lo permitió.
La emisión de un sonido, y su recepción y procesamiento transformándolo en una
idea, y su respuesta a través de otro sonido que vuelve a transformarse en
idea, es crucial para el pensamiento abstracto. Y también para la
difusión, reelaboración, surgimiento y creación de otras ideas. El
fruto es la configuración de un mundo abstracto en continuo contacto con el
mundo real. Aquellos seres ya tenían una concepción del mundo.
La diferencia entre la sociedad humana y la de cualquier especie animal
se seguía ensanchando.
Desde hace 10.000 años, el desarrollo de la agricultura, el dominio
sobre los animales, la producción artesanal, con una división del trabajo cada
vez más importante al interior de la comunidad; junto al surgimiento de la era
de los metales, la fundición para la creación de bronce y acero, más la
utilización de la madera para el transporte terrestre y marítimo y el uso de
los vientos o la circulación de agua como fuentes de energía,dan cuenta de
saltos históricos.
En ese enorme período el aumento de la producción permitió cada vez más
fabricar bienes de uso que ya no fueran destinados al consumo de la misma
familia, sino que fueron volcados al mercado, desarrollando el comercio.
Por aquella época nacen y crecen las clases sociales y las tareas de Estado.
De manera sintética y esquemática podríamos decir que hace 1.000 años se
desarrollaba “la economía urbana medieval”que se extendería hasta el
siglo XVI. Junto con el descubrimiento de América por parte de los
europeos y la circunnavegación de los mares, se desataría un intercambio jamás conocido
con anterioridad dando origen al “capitalismo mercantilista europeo”.
Los seres humanos dispersos por el planeta forjaron mayores vínculos.
Relaciones de explotación la mayor parte de las veces por parte de los centros
desarrollados en relación a las periferias atrasadas. Siempre, en las colonias,
con alguna ventaja para alguna minoría política o comercial. En esta realidad
se sucedieron los conflictos y la cooperación, las guerras y el intercambio, en
una dialéctica de creación y destrucción, fundaron una sinergia desconocida
para las sociedades aisladas y dispersas. Con distinto idioma, distinta cultura
y muy desigual desarrollo técnico, el mundo se iba a revolucionar.
Renace el pensamiento científico.
Al
nacimiento de la ciencia hace más de 2.500 años en la Isla de Samos, más su
posterior desarrollo en Grecia, sobrevino una etapa de oscurantismo que dominó
a Occidente por muchos siglos. Hacia el siglo XVI empezaría a ceder lugar ante
los aventureros del pensamiento. El pensamiento científico comenzó a pujar de
manera irrefrenable.
El renacimiento científico hacia el 1500 con Leonardo Da Vinci (1452-1519) como
genio universal, Copérnico (1473-1543), Bacon (1561-1626), Galileo (1564-1642),
Kepler (1571-1630), Descartes (1596-1650), Torricelli (1608-1647), Newton
(1642-1727), sólo para rememorar a los más famosos; irán acrecentando el acervo
científico creando las condiciones para el gran salto en la potencia de los
medios de producción. Esto nos interesa particularmente: el efecto
monumental que la influencia del conocimiento científico tendrá sobre la
evolución de las fuerzas productivas y sobre todo el desenvolvimiento social.
En Gran Bretaña se iba a producir la Revolución Industrial.
Imposible entender esta “Revolución” a través de un sólo elemento. En su libro
Riqueza de las Naciones, Adam Smith sostiene: “Inglaterra, por razón de la
natural fertilidad del suelo, de la gran extensión de sus costas con respecto
al continente y de los muchos ríos navegables que la atraviesan, ofreciendo
esto último las mayores comodidades para el transporte por agua…, puede
considerarse el país más apto de Europa para el depósito y sede del comercio
extranjero, de las manufacturas para mercados distantes y de todos aquellos
adelantos que estas circunstancias ofrecen.” Claramente la geografía
es un componente importante que no alcanza para explicar el fenómeno. Algunos
estudiosos señalan: “Mejoró la producción de alimentos en los años previos a la
Revolución Industrial”; “La sociedad británica era relativamente abierta y
ofrecía más posibilidades a la iniciativa individual y la movilidad social que
la mayoría de las sociedades de su tiempo.”; “Su tradición de libertad de
expresión y amplio debate público hizo más fácil la incorporación de las nuevas
ideas.”; “El pensamiento científico tuvo ocasión de prosperar, más que en otros
lugares.”; “Su situación geográfica, por ser una isla.”; “Poseía carbón, que,
con la invención de la máquina a vapor, desbordó las limitaciones energéticas
que durante la historia impidió una economía de gran escala.”; “Mejoró la
industria del acero en cantidad y calidad” Cada tópico es un capítulo. En
síntesis: geografía, instituciones, energía, tecnología y mercado.
La máquina a vapor.
En 1765 se va a producir un invento apoteótico, James Watt construye un
modelo de máquina de vapor. Cuatro años después el modelo pasa a ser una
verdadera máquina a vapor. Esta creación va a introducir la capacidad de
generar energía mecánica de manera abundante, en cierta medida autónoma y por
fuera de todas las fuentes anteriores conocidas; a través de animales, los
vientos o las corrientes de agua de los ríos. Su incidencia se dará en muchas
actividades. Aparecerán las naves de vapor que luego devendría en el dominio de
los mares por parte de los ingleses, la locomotora y el desarrollo de los
ferrocarriles, etc.
La máquina a vapor resulta de la intersección de aptitudes artesanales
preexistentes, también de materiales precursores como los metales, pero incorpora
conocimientos provenientes de las ciencias, como nunca antes había ocurrido. Este
antecedente preanuncia el crecimiento exponencial que estaba por venir: la
ciencia se incorporaba como fuente fundamental al desarrollo tecnológico y la
producción de bienes en todas las ramas de la producción.
A partir de aquella experiencia, el despliegue industrial fue
grandioso.
La revolución industrial.
Al sólo efecto de contextualizar y dejar claro que ningún fenómeno de
creación se produce en el vacío, y como parte interesante de las lecciones que
da la historia, incorporamos algunos datos sobre la revolución industrial.
Esta se inicia en la industria textil. En definitiva,
después de comer y beber, en todas las épocas necesitamos abrigarnos para ocupar
lugares en los que nuestro cuerpo desnudo no resistiría.
A principios del siglo XVIII, los tejedores ingleses estaban en
dificultades. Las prendas que venían de la India eran superiores a las
fabricadas localmente. Y si bien, en un principio, su uso se restringía a las
cortes y los sectores acomodados, con el paso del tiempo se fue extendiendo a
toda la sociedad. Para defender el trabajo local, el Parlamento en 1700 y 1719,
promulgó leyes que prohibían la importación de telas de la India, de China y de
Irán. Pero no lograron su objetivo. Penetraban el mercado inglés cada vez con
mayor extensión. La respuesta comenzó a darse en 1733, cuando el mecánico Kay
inventó la lanzadera. Con esta, la tarea se simplificó, permitiendo que
tejedores menos calificados se incorporaran a la producción y el fruto
del trabajo se duplicó. En 1738, J. White y Lewis Paul inventaron rodillos
de estirar, que sustituían los dedos del hilador. A continuación, Thomas Highs
construyó una máquina de hilar, que actuaba por la fuerza del agua. Esta
invención la recreó Richard Arkwright, produciendo hilos fuertes pero muy
gruesos. India seguía siendo competitiva por la calidad de sus hilados. Recién
en 1765 Hargreaves creó la hiladora “Jenny”. Proporcionaba un hilado fino y
tenía entre 16 y 18 husos que movía un solo hilador.Ahora la producción de
hilados era superior a lo que podían producir todos los tejedores de Inglaterra.
Se necesitaban más tejedores que empezaron a surgir del abandono de las
actividades agrícolas. Se empezó a formar el proletariado. Las invenciones en
esta industria no se detuvieron. La multiplicación en la producción de hilos y
tejidos llegó a tal nivel y calidad, que las actividades comerciales internas y
cercanas quedaron pequeñas y tuvieron que salir a buscar nuevos mercados en
lugares remotos del planeta.
Carlos Marx y Federico Engels.
Dos de los
mayores pensadores del siglo XIX, Carlos Marx y Federico Engels, en 1848, en su
famoso Manifiesto Comunista, expresaban en uno de sus párrafos el proceso que
se desataba ante sus ojos: “La burguesía, con su dominio de clase, que
cuenta apenas con un siglo de existencia, ha creado fuerzas productivas más
abundantes y más grandiosas que todas las generaciones pasadas juntas. El
sometimiento de las fuerzas de la naturaleza, el empleo de las máquinas, la
aplicación de la química a la industria y la agricultura, la navegación de
vapor, el ferrocarril, el telégrafo eléctrico, la adaptación para el cultivo de
continentes enteros, la apertura de los ríos a la navegación, poblaciones
enteras surgiendo de la tierra como por encanto. ¿Cuál de los siglos pasados
pudo sospechar siquiera que semejantes fuerzas productivas dormitasen en el
seno del trabajo social?”
Para evitar cualquier sospecha sobre una supuesta idolatría al
desarrollo de las fuerzas productivas por fuera de sus consecuencias sociales
(hoy también ambientales) incorporo una digresión que servirá para teñir todas
las líneas de este relato; de la primera a la última.
En 1845, Federico Engels denunciará la “Situación de la Clase Obrera en
Inglaterra”, en el mismo librohizo una descripción sobresaliente de la
Revolución Industrial y mostró a que catástrofe social puede conducir el
desarrollo desenfrenado de la producción; dos párrafos:
En esta guerra social, el capital, la propiedad directa o indirecta de
las subsistencias y de los medios de producción es el arma con la cual se
lucha; asimismo está claro como el día, que el pobre sufre todas las
desventajas de semejante estado: Nadie se preocupa de él; lanzado en este
torbellino caótico, tiene que defenderse como pueda. Si tiene la suerte de
encontrar trabajo,…; obtiene un salario que apenas es suficiente para
sobrevivir; si no encuentra trabajo, puede robar, si no teme a la policía, o
bien morir de hambre y aquí también la policía cuidará que muera de hambre de
manera tranquila, sin causar daño alguno a la burguesía.
Durante mi estancia en Inglaterra, la causa directa del fallecimiento de
20 ó 30 personas fue el hambre, en las condiciones más indignantes, y en el
momento de la investigación correspondiente, raramente se halló un jurado que
tuviera el valor de hacerlo saber claramente. Las declaraciones de los testigos
tenían que ser muy sencillas y claras, desprovistas de todo equívoco, y la
burguesía -entre la cual se había seleccionado el jurado- siempre hallaba una salida
que le permitía escapar a este terrible veredicto; muerte por hambre. La
burguesía, en este caso, no tiene el deber de decir la verdad, pues sería en
efecto condenarse a sí misma.
Una ley inherente
al sistema, ajena a la voluntad de los actores individuales, le impone a la
burguesía “revolucionar en forma continua los medios de producción”.
Por eso “el ser humano pasa a ser un factor secundario” y todo se subordina a“revolucionar
en forma continua los medios de producción”.
Marx
y Engels observan que la humanidad vive en los trabajadores. Y que estos,
siendo la mayoría social, deben unirse y organizarse y disputar el poder
político a la burguesía. Para administrar la sociedad y “gobernar las leyes del
desarrollo económico-social” y ponerlas al servicio del buen vivir en una
sociedad de productores libres. Ya entrevieron en el desarrollo posterior de
aquellas fuerzas productivas la posibilidad que los trabajadores fueran los
protagonistas del gran salto del “reino de la necesidad al reino de la
libertad”. Esta fue la respuesta revolucionaria y el proyecto de construir una
nueva sociedad por parte de los socialistas del siglo XIX. (La experiencia del
socialismo real del siglo XX será motivo de otra carta)
Por
aquellos años se pensaba que las relaciones burguesas de producción frenaban el
desarrollo de las fuerzas productivas. Esto no fue así, entre otras cosas,
porque la creatividad humana es capaz de los mayores milagros.
Para cerrar este título, quiero decir que: uno de los aportes más
significativos a la ciencia social por parte de los citados Marx y Engels,
resulta de comprender la relación dialéctica que existe en la sociedad cuando
uno de los componentes, de lo que hoy llamaríamos “ecosistema social”, se
modifica. De manera que un cambio en un lugar repercute en otro y en su
encadenamiento se va modificando la realidad en su conjunto. “Todo influye
sobre todo.”Y esto es lo que va a seguir sucediendo sin solución de continuidad
hasta nuestros días, creando en cada etapa situaciones nuevas, nunca antes
vividas.
Avancemos.
Hacía fines del siglo XIX se logróel dominio de la electricidad. No
me imagino el impacto que causaría en la conciencia de aquella generación
observar que los seres humanos podíamos transformar la noche en día. Que todo
se podía iluminar. Que las grandes ciudades comenzarían a cambiar sus viejos
faroles a combustible por lámparas eléctricas. Que se desataba una nueva fuerza
motriz, capaz de mover la industria moderna y prolongar la jornada de trabajo a
turnos que en el pasado hubieran sido impensados. Con el dominio de la
electricidad las comunicaciones cambiaron la relación entre las personas y las
sociedades. El concepto del tiempo comenzó a modificarse. Al telégrafo siguió
el teléfono, más tarde el cine. La radio fue
un salto de época -nacía la comunicación de masas-, el televisor unió
la transmisión de imágenes significando un salto cultural para la humanidad.
La actividad científica, tecnológica y la creatividad, ganan
prestigio social. Las teorías, los conocimientos y los inventos comienzan a
vulgarizarse. Surgen los premios, se conocen los nombres de científicos e
inventores. Se multiplican los aportes a la tecnología y a la producción. La
técnica y la ingeniería ganan en consideración. El crecimiento geométrico de
esta actividad humana comenzó a abarcar e incorporar, de una u otra manera,
todos los recovecos y rincones del mundo.
Cada potencia industrial buscó afianzar sus espacios vitales, sus zonas de
influencia y aprovisionamiento, sus dominios. Comenzó la era superior del
capitalismo, su etapa imperialista basada en la concentración del
capital, el surgimiento de grandes monopolios, los cartels, los trusts,
los bancos y la oligarquía financiera y la lucha por imponer sus intereses
sobre sus competidores. Las guerras fueron inherentes a la etapa. Luces y
sombras de una nueva época.
Volvamos un poquito atrás.
En el período de 1890 a 1930 la máquina a vapor impulsada por el carbón
de hulla, fue desplazada por motores de combustión interna, mayoritariamente
impulsados por combustibles líquidos derivados del petróleo. Energía abundante
y eficiente para seguir dando impulso al desarrollo impetuoso.
La industria automotriz sería el reflejo más potente de esta nueva
transformación y representaría uno de los grandes saltos no solamente
tecnológicos sino en la organización del trabajo. En 1895 Frederick Taylor,
publica sus principios de gestión empresarial científica. Hará hincapié en el
trabajo de cada individuo para aumentar la eficiencia. Observará con
detenimiento todos los movimientos que un trabajador realiza durante su
jornada, observando que la mayoría de ellos son inútiles y no agregan
producción. El tiempo útil de trabajo es mínimo. Para su mejor aprovechamiento
comienza a descomponer el mismo en tareas más sencillas, repetitivas y
rutinarias. Empezará a cronometrar cada operación y observará que los tiempos
útiles se acrecientan y que se le puede exigir al operario que acelere su
ritmo. Es una etapa de súperexplotación. La simpleza de la tarea hace que un
obrero pueda ser reemplazado sencillamente por otro, dada su baja calificación,
y esto agudiza la competencia entre los propios trabajadores por obtener un
empleo, disminuyendo al mismo tiempo los salarios. El fordismo -por Henry Ford-
es una etapa superior aunque contiene muchos elementos de taylorismo. Es la
producción en cadena. En una enorme cadena de montaje se van componiendo las
distintas auto-partes que van a dar origen a un producto nuevo: el
automóvil particular. Es la organización científica de un conjunto muy
grande de trabajadores, al interior de la industria de montaje, y por fuera de
ella en un conjunto enorme de proveedores de las partes, más otro conjunto de
proveedores de materias primas que van desde la minería y la siderurgia, hasta
la industria del caucho y la misma industria petrolera. Una de las tesis
destacadas es que los salarios no pueden seguir disminuyendo, caso contrario
¿quién compraría los automóviles? El impacto se trasladará a la sociedad y a
muchas otras industrias. Nuestro tiempo no se entendería sin la explotación del
petróleo y aquel salto, que ya tiene más de 100 años.
Si hasta para la organización del trabajo manual-individual se impuso un
estudio científico, cuanto más en la organización del trabajo en general. Así,
en la composición del trabajo el aspecto intelectual fue incorporándose poco a
poco, de arriba para abajo, extendiéndose, y con el paso del tiempo
prevaleciendo sobre el trabajo manual. Si la fuerza física pudo haber
sido el factor productivo preponderante a lo largo de la historia hasta entrado
el siglo XX, la inteligencia y el conocimiento tienen preeminencia en esta
etapa.
En todo este proceso la ciencia jugó un papel preponderante. Matemática,
física, química, geología, astronomía, botánica, agronomía, zoología, genética,
biología molecular, bioquímica, neurociencias, electrónica, nano-tecnología, se
conjugan adquiriendo un papel más destacado cada día. De hecho, a diferencia
de cualquier época anterior, la alfabetización se hizo masiva y el desarrollo
de la escuela y la educación superior son consustanciales con la sociedad
moderna. Millones de niños, que en casi todas las épocas anteriores se
incorporaban al trabajo de los padres, desde hace más de un siglo
mayoritariamente se suman a la escuela pública. Se difunde la educación
secundaria y la Universidad alberga a masas estudiantiles. Nacen
nuevas carreras. Las ciencias exactas, la ingeniería y el conocimiento en el
más alto nivel se distribuyen como en ninguna otra época.
En estas pinceladas no me detengo sobre la exclusión, la marginación y
la explotación -que nunca dejaron de existir- para concentrarme en el fenómeno
dinámico de este proceso.
Aprovecho la aclaración anterior para otra digresión.
La ciencia como la técnica son a-morales. Sirven para
el bien como para el mal. Algunos optimistas pensaron y piensan encontrar todas
las soluciones en el desarrollo tempestuoso de las fuerzas productivas. Otros
atosigados por el vértigo de esta escalada en la producción de bienes,
servicios y conocimientos, piden a los gritos que se frene. ¿Cuál es el justo
punto medio? ¿Quién tiene razón? ¿Quién lo sabe?
Lo cierto es que un hombre bueno llamado Albert Einstein desarrollo en
las dos primeras décadas del siglo XX la teoría de la relatividad. Bienvenida.
Cambió las bases de la física y representó un salto cualitativo para la
ciencia. Una de las conclusiones de la relatividad especial expresa que la cantidad
de energía que puede contener una masa resulta de multiplicar esta masa por la
velocidad de la luz al cuadrado. E=mc2. Puntapié inicial para comenzar a
investigar el desarrollo de la energía nuclear. En el marco de los conflictos
bélicos de la 2º guerra mundial, la idea de un arma que pudiera aprovechar este
fenómeno transitó por la cabeza de científicos y líderes políticos. Así se
empezó a implementar la técnica a partir de la cual se pudiera fisionar un
núcleo de uranio que en una reacción en cadena desencadene una cantidad de
energía enorme y destructiva. EEUU tomó la delantera. Así pudo acometer los dos
actos terroristas más grandes de la historia, lanzando sendas bombas atómicas
sobre Hiroshima y Nagasaki, los días 6 y 9 de agosto de 1945, obligando a Japón
a la rendición incondicional. Se había dominado una fuente de energía que
podría ser usada en reactores controlados para el bienestar general –más allá
de los severos cuestionamientos sobre la inseguridad-, o (como quedo dicho)
para la muerte. Después del horror las luchas por la paz se hicieron masivas en
el mundo. La guerra vuelve a mostrar que si el desarrollo se utiliza para la
dominación, la explotación y el saqueo, el mismo pierde validez para la vida de
la inmensa mayoría de los seres humanos. Si en cambio se encuadra
dentro de principios éticos, el progreso puede generar una nueva armonía en
defensa de la sociedad, el ambiente y la dignidad de la vida individual. La
vieja y remozada ética debiera cumplir un rol más destacado que el que se le
asigna en la actualidad. La política, la ciencia y la técnica debieran ser
disciplinas subordinadas a la ética, eso daría lugar a un mundo mejor.
Repasemos
y adelantemos.
La
industria no deja de crecer desde mediados del 1700. Las innovaciones están a
la orden del día. Crece la población mundial. Las grandes urbes no dejan de
desarrollarse desde aquellos tiempos. Como ya expresáramos, las industrias
abarcan todas las áreas a las que la imaginación alcanza. Desde la minería, el
petróleo, la nuclear, la siderúrgica, la metalúrgica, la naval, la ferroviaria,
de aviación, la alimenticia, los medicamentos, la indumentaria, la
automotriz, electrodomésticos, materiales para el hogar, entretenimientos,
cine, etc.
En
este contexto habrá un área que se destacará y será autora de una nueva
revolución. La concerniente a la electrónica.
Si
alguien quiere ver una computadora en el ábaco creado hace 2.500 años para
realizar cálculos sencillos de aritmética, tiene algún grado de razón. También
si incorpora creaciones que desde hace 400 años superaron la antigua
calculadora. Sin embargo, será en la década de 1890, con motivo del
procesamiento del censo nacional en EEUU, cuando se origine la Compañía de
Máquinas de Tabulación, que en 1924 dará origen a IBM. Unos años después, en la
década de 1940, comenzará la era de la computadora moderna. Y es a partir de
1958 cuando empieza la etapa de miniaturización que no se detendrá hasta
nuestros días y que permitió incrementar su potencia, disminuir su volumen
físico y su precio y poner en el mercado en 1981 la primera computadora
personal. Desde ese momento hasta las tabletas de nuestros días los cambios
fueron incesantes. Pero eso lo volvemos a ver más adelante.
En las
últimas 7 décadas las empresas no pudieron dejar de incorporar aquello que
permitiera elevar la productividad. Recordemos otra frase de Engels: “la perfección
cada vez más creciente de la maquinaria moderna está convirtiendo en una ley
obligatoria que fuerza a los capitalistas industriales individuales a mejorar
de forma permanente sus máquinas, siempre con la finalidad de incrementar su
capacidad productiva”. Si prácticamente todas las empresas
iban a incorporar modernas computadoras en función de optimizar su
competitividad, la propia industria de la computación recibiría el estímulo y
el dinero suficiente, para invertir en Investigación y Desarrollo ofreciendo
nuevos productos todo el tiempo. Bajo estas leyes inherentes al capitalismo con
el desarrollo de los “procesadores” incorporándolos primariamente a las
máquinas-herramienta sobrevino la automatización y la robotización. Mayor
producción en menos tiempo y con menos horas hombre utilizada. Por primera vez en la historia de la
humanidad, en un país central como EEUU, comenzaba a pintarse el futuro de una
economía de abundancia, en la cual las nuevas inversiones no redundarían
inmediatamente en nuevos trabajos, sino en la destrucción de dichos puestos,
por lo menos en las industrias que incorporaban tecnologías de punta.
Después
de esta somera descripción que muestra la inmensidad de los cambios sucedidos,
debemos abrir un paréntesis para preguntarnos ¿Qué ocurre en la vida de la
personas con estos cambios? ¿Cómo debería responder el Estado frente a este
nuevo escenario?
Una 1º
respuesta que me resulta insoslayable –por anticipatorio- es el memorando
que le presentara el Comité Ad Hoc de la Triple Revolución: automatización,
armamentos y derechos humanos, el 22 de marzo de 1964, al presidente de los
EEUU Lyndon B. Jonson. Ese Comité estaba constituido por buena parte de las
personalidades académicas y científicas más destacadas de aquel país, en
capacidad de interpretar que es lo que estaba ocurriendo ante sus ojos.
Estimado
señor presidente:
Adjuntamos y ponemos a su consideración un memorando; La triple Revolución.
Este memorando emanó de un presentimiento acerca del futuro de la Nación. Los
hombres y las mujeres que lo firman piensan que ni los norteamericanos, ni los
dirigentes de éstos perciben la magnitud y la aceleración de los cambios que se
producen en torno a ellos. ….Creemos que en un futuro muy próximo estos cambios
obligarán a adoptar, de buen o mal grado, medidas públicas que superarán
radicalmente todo lo hasta ahora propuesto o planteado.
Aplaudimos el espíritu que inspiró la Guerra contra la Pobreza anunciada
recientemente, y la creación de nuevas comisiones que se ocuparán de la
dislocación económica y de la automatización. Este memorando expone, respetuosamente,
las razones históricas y tecnológicas por las cuales semejantes tácticas
parecen condenadas a resultar insuficientes. Las circunstancias radicalmente
nuevas reclaman estrategias radicalmente nuevas.
A
continuación reproduzco algunos párrafos que resultan de gran provecho para
nuestra exposición:
La Revolución Automatizadora: Ha comenzado una nueva era de
producción. Sus principios organizativos son tan distintos de los de la era
industrial como los de esta lo fueron de los de la era agrícola. La Revolución
Automatizadora fue una consecuencia de la combinación de la computadora con la
máquina automatizada autorregulable. De esta combinación resultó un sistema de
capacidad productiva prácticamente ilimitado que requiere cada vez menos
trabajo humano. La automación ya está reorganizando el sistema económico y
social para adaptarlo a sus propias necesidades.
La automación presenta las características de una revolución
en el proceso productivo. Entre dichas características se encuentran: el
desarrollo de técnicas radicalmente distintas y la consiguiente aparición de
nuevos principios para organizar la producción; un replanteo básico en la
relación entre el hombre y el medio; y un aumento dramático de la energía
total, disponible y potencial.
Las mayores diferencias entre las revoluciones agrícola,
industrial y automatizadora, consiste en la velocidad con que han evolucionado.
La revolución agrícola comenzó hace varios milenios en Medio Oriente. El
desplazamiento desde la cacería y la recolección de alimentos destinados a
satisfacer necesidades de la subsistencia hasta la agricultura sedentaria
abarcó varios siglos.
En cambio, han transcurrido menos de dos siglos desde que
comenzó la revolución industrial, y la mayor parte de la humanidad ya tiene un
conocimiento directo y preciso de las nuevas técnicas de producción. Está
difundida la idea de que esta divulgación acelerada constituyó la causa
principal de que se expandiera la industrialización.
Más
adelante señala: Sólo se logrará una distribución adecuada de la abundancia
potencial de mercancías y servicios cuando se comprenda que el principal
problema económico no consiste en buscar la forma de aumentar la producción,
sino en hallar el método para distribuir la abundancia que es la gran
posibilidad de la automación. Es urgente introducir un cambio fundamental en
los mecanismos empleados para asegurar los derechos del consumidor.
Después
de mostrar los índices de pobreza, desocupación y la emergencia de una clase
permanentemente postergada, avanza: Afirmamos que la única forma de poner la transformación
tecnológica al servicio del bienestar individual y general consiste en aceptar
el proceso y en aprovecharlo racional y humanamente. La nueva ciencia de la
economía se asentará sobre la promoción y la expansión planificada de la
automación. Los problemas que plantea se doblegan con particular docilidad ante
una política inteligente: la misma automación proporciona los recursos y los
instrumentos necesarios para reducir al mínimo las penurias del período de
transición.
La automación nos obliga por fin a contestar los
interrogantes históricos: ¿Cuál es el papel del hombre cuando no depende de sus
propias actividades para dotar a su vida de una base material? ¿Con que
criterio se deberá distribuir el acceso individual a los recursos nacionales?
¿Existen otros derechos justos –además de los que derivan del desempeño de un
empleo- para aspirar al usufructúo de bienes y servicios?
Ofrecen: Una propuesta práctica. Como primer paso para
llegar a un nuevo consenso, es esencial admitir que el nexo tradicional entre
los empleos y los ingresos se está rompiendo. La economía de abundancia puede
brindar comodidad y seguridad económica a todos los ciudadanos, se dediquen
estos o no a lo que comúnmente se conoce como trabajo. La riqueza producida por
las máquinas y no por los hombres continúa siendo riqueza. Por lo tanto,
recomendamos vigorosamente que la sociedad asuma la tarea de proporcionar, a
todo individuo y a toda familia, sin hacer discriminaciones y por intermedio de
las instituciones legales y constitucionales apropiadas, el ingreso suficiente
que le corresponde como cuestión de derecho.
Señalan
que: El
sistema actual fomenta actividades que promueven el lucro privado y descuida
otras capaces de enriquecer y mejorar la vida de nuestra sociedad. Por
consiguiente, la política nacional dedicó hasta ahora mucha más atención al
bienestar del proceso productivo que al bienestar del pueblo. La era de la
automación puede invertir este énfasis. Creemos que si el plan de acción y las
investigaciones oficiales se concentran sobre el pueblo y no sobre los procesos
productivos, muchas actividades e intereses creadores a los que generalmente se
califica como antieconómicos absorberán el tiempo y la dedicación de muchos de
aquellos que ya no son necesarios para producir mercancías y servicios.
El conjunto de la sociedad debe alentar nuevas formas de
actividad constructiva, compensatoria y enaltecedora. Entre ellas se destacan
actividades tales como la enseñanza y el aprendizaje, que vinculan a los seres
humanos con los semejantes y no con los objetos………
Simplemente para completar el cuadro al lector, añadir que
el Comité le ofrece al presidente Lyndon Jonson un programa con algunos puntos
destacables de los que resalto sólo su encabezamiento: 1.- Un programa masivo
para elevar el nivel de nuestro sistema de enseñanza,….2.- Obras públicas
masivas….3.- un programa masivo de viviendas económicas,……4.- El desarrollo y
la financiación de sistemas de tránsito rápido, urbanos e interurbanos,…5.- Un
sistema público de electrificación….6.- La habilitación de bases militares
obsoletas para usos comunitarios o educativos. 7.- Una reforma radical de
nuestra estructura impositiva orientada a redistribuir los ingresos….
….La filosofía pública para la transición debe asentarse
sobre la certidumbre de que nuestras instituciones económicas, sociales y
políticas existen para servir al hombre y de que no es el hombre quien existe
para mantener un sistema económico determinado. Esta filosofía gira en torno al
principio que estipula que los gobiernos se plasman en el seno de la humanidad
para posibilitar la vida, la libertad y la búsqueda de la dicha, y que el
gobierno debe ser un instrumento creador y positivo para la materialización de
esos fines.
El último
párrafo que rescato: El objetivo permanente consistirá en someter la vida
económica a la dirección consciente y racional de instituciones planificadoras
colocadas bajo control democrático.
Estas
largas frases sostenidas hace 49 años ponen de relieve algunas cuestiones que
conviene sintetizar. a.- que las máquinas desplazan el trabajo humano. b.- que
el trabajo no se circunscribe a las tareas que producen lucro.- c.- que se debe
desvincular el ingreso del trabajo tradicional.- d.- que debe otorgarse un
ingreso digno a todos.- e.- que pueden generarse multitud de ocupaciones.- f.-
que el Estado está para servir al hombre.- g.- que hacia delante habrá que
planificar con inteligencia, racionalidad y participación democrática.
Muestra
también que en el transcurso de estas 5 décadas mucho se avanzó desde lo
tecnológico, pero mucho se retrocedió desde lo ideológico. El neoliberalismo
fue la máscara que ocultó un avance reaccionario de los sectores pudientes de
las sociedades desarrolladas en detrimento de la calidad de vida de los pobres
en su propio país y de los postergados por millones en todo el mundo. La
contraofensiva de los pueblos olvidados, rezagados y humillados no debe estar
muy lejos. Sólo que será condición para su éxito una estrategia adecuada que
los sitúe adecuadamente en el tiempo histórico que transitamos.
La
productividad no se detuvo desde aquel informe.
Nuevas
formas organizativas, de gestión y administración van a surgir en
correspondencia con los avances científicos y tecnológicos. Un ejemplo es el
toyotismo –por la fábrica japonesa de automóviles Toyota- que en los años 70
mostrará su superioridad sobre el fordismo. Una organización más flexible,
mayores estímulos a los trabajadores para la participación creativa, mejor
relación entre los estamentos de la empresa, trabajadores que pueden atender
varias máquinas, mejor tecnología y control para no tener errores, mayor
automatización en todos los estamentos de la fabricación, armonización de todas
las partes para que nada sobre y nada se almacene, producción final para una
demanda determinada sin acumulación de stock innecesario y costoso, productos
para pequeños nichos de mercado y en definitiva, producir lo justo y necesario
para abastecer correctamente el mercado. Todo se siguió revolucionando.
En los años 90, Jeremy Rifkin, titula un libro con una frase desafiante: “El
fin del trabajo”.
Dice J.R.: Son muchos los argumentos y los datos empíricos que da para sostener
esta tesis. Me remito a tomar un par de opiniones de premios Nobel y una
reflexión final que me parece de interés.
Notables economistas como Paul R. Krugman de MIT y Robert L. Lawrence de la
Universidad de Harvard sugieren, sobre la base de estos amplios datos, que “la
preocupación ampliamente difundida en los años 50 y 60 sobre el hecho de que
los trabajadores industriales perderían sus puestos de trabajo debido a la
automatización, se acerca más a la realidad que la preocupación actual por la
supuesta pérdida de puestos de trabajo como consecuencia de la
competencia extranjera”.
El premio Nobel Wassily Leontief, ha advertido que con la introducción de
ordenadores cada vez más sofisticados “el papel de los seres humanos como
factores más importantes de producción queda disminuido de la misma forma que
inicialmente el papel de los caballos en la producción agrícola, para luego ser
eliminado por la introducción de los tractores”
Por primera vez en la historia moderna muchos seres humanos
podrían quedar liberados de un gran número de horas de trabajo, y así adquirir
una mayor libertad para llevar a cabo más actividades de tiempo libre. Las
mismas fuerzas tecnológicas podrían llevarnos a mayores niveles de desempleo y
a una depresión de ámbito global. El hecho de que nos espere un futuro de
utopías o de realidades depende, en gran medida, de cómo queden distribuidas
las ganancias en la productividad durante la era de la información………………Sí, a
pesar de todo, no se reparten las enormes ganancias de productividad, resultado
de la revolución propiciada por la alta tecnología, sino que se emplean
principalmente para aumentar los beneficios de las empresas, para otorgar
mayores dividendos a los accionistas, para retribuir mejor a los altos
ejecutivos de las multinacionales, así como para la nueva élite de trabajadores
implicados en los nuevos conocimientos, las probabilidades de que las
crecientes diferencias entre los que lo tienen todo y los que no tienen nada
conducirán, sin duda, a disturbios sociales y políticos a escala global.
Lúcidas
palabras. Las cosas no van a quedar donde los que mandan quieren que quede.
Sino donde los pueblos estén dispuestos a ponerlas.
Si la
industria pierde empleos, Rifkin muestra con datos extensos y consistentes que
se pierden también en la agricultura y los servicios. Esto lo lleva a concluir
que habrá que elegir entre dos caminos el de la libertad, abundancia y el
bienestar surgido del duro trabajo de todas las generaciones pasadas o el de la
concentración de la riqueza en uno de los polos de la sociedad y el atraso y la
pobreza envolviendo a la inmensa mayoría.
En la
misma década del 90 Adam Schaff.
Adam
Schaff nació en Polonia en 1913. Estudió Derecho en su país, economía en
Francia y filosofía en la ex Unión Soviética. Fue un intelectual de
reconocimiento mundial y su militancia –aunque crítica en muchos aspectos- fue
en el movimiento comunista. Tan distante de los autores antes mencionados,
llega a conclusiones muy similares. En 1992 en un escrito titulado “La Revolución Tecnológica y el Futuro
del Socialismo” se pregunta: “¿De qué hechos se trata ante
todo? La respuesta más breve a esta pregunta es la
siguiente: el desarrollo turbulento de la revolución tecnológica, sobre todo en la
esfera de las comunicaciones, de la automática y la robótica en la producción y
en los servicios, provocará el fenómeno inevitable de la desaparición gradual
del trabajo en sus formas tradicionales. Quiero subrayar, aunque en la
literatura que trata este problema ha sido ampliamente analizado, que la
desaparición del trabajo tradicional no equivale a la desaparición de
ocupaciones útiles. Por el contrario habrá muchas ocupaciones que harán posible
la superación de las consecuencias negativas de la desaparición del trabajo de
tipo antiguo (principalmente manual y físico, pero en muchos casos también
intelectual), es decir, el desempleo. Habrá trabajo, si damos a esa palabra un
nuevo contenido, mucho más amplio, que está mejor reflejado por la palabra
ocupación.” Más adelante habla de la inocencia de quienes
creyeron que existiría un desplazamiento del trabajo de la producción
industrial hacia los servicios, no advirtiendo que también en esa esfera se vivirían
los efectos de la revolución en curso. Resulta interesante que hace 20 años,
Adam Schaff llamara la atención sobre las computadoras con inteligencia
artificial. “las máquinas de la nueva generación funcionarán sobre la base de los
silogismos, en tanto unidades operacionales, y no sobre la base del sistema
binario, como ocurría hasta ahora. De esta manera el ordenador pensará como el
hombre, pero lo hará a una velocidad infinitamente mayor.” “Hay que
acostumbrarse a la visión de una sociedad de plena automatización (en la
industria, en la agricultura y en los servicios). Hay que acostumbrarse a esa
visión y también a la idea de que la principal fuerza productiva de la sociedad
será la ciencia.” Hoy podríamos decir el conocimiento en un
sentido más amplio. Ahora, si se reemplaza el trabajo antiguo, principalmente
vinculado con la idea de un salario, y lo que viene son ocupaciones útiles no
remuneradas de la misma forma habrá que resolver de alguna manera la
financiación de las personas que pasen a ocupar esos lugares. La conclusión
genérica de Schaff es que las consecuencias abarcarán el cambio en las formas
de producción y también en las formas de distribución. “Si se dispone de
cierta imaginación creativa y no se está paralizado por la ideología del poseedor,
no existen problemas para encontrar una solución satisfactoria. La sociedad
dispone de un solo pan, el producto social, que debe repartir entre sus
miembros. Ese reparto entre todos es indispensable sino se quiere condenar a la
aniquilación a una parte de la sociedad.”
La
revolución científico-tecnológica sigue su curso.
Las
tareas manuales.
Si
quedan enorme cantidad de tareas manuales útiles podemos pensar que el trabajo
en dichas áreas absorberá una parte de la masa desocupada. Error. El cambio
abarca todos los campos. El desarrollo de nuevos materiales es una clave.
Alguien lo puede pensar involucrado con la carrera aeroespacial y otras
actividades de la punta tecnológica. Error.No es así.
Cuando
decimos “plomero” lo decimos en relación a un oficio que durante muchos años
hizo instalaciones para conducir el torrente de agua por cañerías de plomo. El
soldar las uniones y las distintas medidas de la cañería, era un oficio cercano
a un arte. No era para cualquiera. Con el paso del tiempo fue desplazado por
otros metales como el bronce y el acero inoxidable, simplificando en buena
medida el trabajo. Más tarde llegarían las cañerías de plástico –polipropileno,
PVC, etc- que permiten que cualquier principiante con las herramientas
adecuadas haga una instalación.
Los
nuevos materiales se diseminan en todas las actividades. La transmisión
de señales por fibra óptica supero con holgura al cable coaxil, permitiendo
comunicar a todo el país hasta en los rincones más alejados a un costo
relativamente económico. El cobre también va siendo reemplazado en el mundo de
la telefonía por el desarrollo del teléfono celular. Donde posemos la vista nos
encontraremos con avances apoteóticos que no se detienen.
Tecnologías
de vanguardia.
Si
sobre algunos puntos debiéramos fijar una mayor atención, es en particular el
espacio de la ingeniería
genética y la nano-tecnología. Esa dimensión diminuta donde se
reúnen diversos conocimientos y donde algunas leyes de la física funcionan de
otra manera. Allí, en el caso concreto de la manipulación genética, quienes
tienen la posibilidad de experimentar se acercan a seres muy poderosos.
¿Tendrán la formación ética que les permita avanzar sin irrumpir con
experimentos indeseables? Esta pregunta podría extenderse por ejemplo a quienes
trabajan en el área de la energía nuclear. Y en otras y otras. Hay límites,
quizás por nuestra propia ignorancia, en que en la frontera entre la libertad y
la ética aparecenconflictos de difícil solución.
Inteligencia
Artificial.
Otro
espacio sobre el que habrá que prestar suma atención es el de la Inteligencia Artificial. Hoy
se habla de diversos tipos de inteligencia lingüística, lógica-matemática,
espacial, musical, corporal-kinética, intrapersonal, interpersonal, emotiva, en
fin, todas referidas al ser humano. Pero en este afán, que nos viene de lejos,
de prolongar nuestras facultades a través de herramientas (como vimos al
principio de la carta desde el garrote, la lanza, al arco y flecha); quizás lo
más destacado está por venir y es la Inteligencia Artificial IA. Claro que nada
nos dice que será en el corto plazo. Eso no lo sabemos. En 1964 dicen que los
investigadores del Stanford Artificial Intelligence Laboratory le aseguraron a
sus financistas del Pentágono que la construcción de una máquina con
Inteligencia Artificial llevaría 1 década. Indudablemente aquella promesa no se
cumplió. ¿Podrá cumplirse? Creo que depende de la función que le estemos
exigiendo a las máquinas. Si se trata de resolver algunos problemas
lógico-matemáticos entiendo que eso se ha creado. Incluso en este campo las
experiencias con las máquinas de ajedrez dan resultados sorprendentes, sobre
todo al ver en 1997 a Gary Kasparov perdiendo con la computadora Deep Blue de
IBM cuyo programa futuro, con seguridad, podrá progresar más que del propio
campeón mundial. ¿Qué condiciones le podrán exigir a las nuevas generaciones de
computadoras robots?: quizás adaptabilidad a distintas condiciones para que no
sea destruida fácilmente por el medio en el que funciona, capacidad de resolver
diverso tipo de problema (no sólo el lógico-matemático), capacidad para
interactuar con el ambiente y finalmente creatividad para saber reproducirse en
escala superior de evolución. ¿Ciencia ficción? Puede ser. No soy afecto a la
lectura de la ciencia ficción y alguien podrá incorporar muchas otras
cuestiones o contradecirme. Pero no querría cerrar estas líneas sin señalar que
para mi abuela resultaría mucho más lejano imaginar que el hombre podía llegar
a la luna, o que pudiera actuar en la dimensión de un átomo, de lo que hoy le
puede resultar creíble ó imaginable a un chico de 10 años. Y que si los cambios
nos han impactado con fuerza inusitada (en muchos casos llegando del
laboratorio y la industria a nuestra casa a gran velocidad), en el futuro las
nuevas creaciones se podrán incorporar a la vida cotidiana en forma aún más
rápida.
Internet.
“Internet
se originó en un plan ideado en la década del 60 por los guerreros tecnológicos
del Servicio de Proyectos de Investigación Avanzada del Departamento de Defensa
estadounidense, para evitar la toma o destrucción soviética de las
comunicaciones en caso de una guerra nuclear. En cierta medida, nos dice Manuel
Castells en la “Era
de la Información”, fue el equivalente electrónico de las tácticas maoístas de
dispersión de las fuerzas de guerrilla en torno a un vasto territorio para
oponerse al poder de un enemigo con versatilidad y conocimiento del terreno. El
resultado fue una arquitectura de Red que, como querían sus inventores, no
podía ser controlada desde ningún centro, compuesta por miles de redes
informáticas autónomas que tienen modos innumerables de conectarse, sorteando
las barreras electrónicas.” Siendo este dato parte de la
realidad histórica, lejos está de explicar el desarrollo posterior. Este tuvo
su centro en California –Silicon Valley- en la década de 1970. Con influencias
provenientes del Estado, de la economía con su impulso por la ganancia y de una
cultura libertaria que por aquellos tiempos se rebelaba contra la autoridad y
observaba la posibilidad de un mundo más libre y democrático. Toda aquella
historia con la creación de circuitos integrados, el microprocesador y el
microordenador, entre otras tecnologías y avances que ya no se detuvieron, fue
modificando la estructura de la sociedad a escala planetaria. Incorporando en
el mundo entero gran cantidad de actores a la red, estados, empresas públicas y
privadas, universidades y una enorme legión de cibernautas que fueron
desenvolviendo las potencialidades de las modernas tecnologías a la par que
iban modificándolas desde su propia interacción con el sistema. Christopher
Freeman dice que: “El cambio contemporáneo puede contemplarse como el paso de
una tecnología basada fundamentalmente en insumos baratos de energía a otra
basada sobre todo en insumos baratos de información derivados de los avances de
la microelectrónica y las comunicaciones.” La producción de
conocimientos se multiplica como una esfera particular del desarrollo de las
fuerzas productivas. Su interacción parcial con la totalidad de los medios de
producción y cambio va reconfigurando el trabajo.
Vivimosla
era de la información. Si para 1995 alrededor de 20 millones de personas
estaban conectadas a la red, hoy somos más de 3.000 millones. Que tal.
Robots.
The
New York Times, agosto de 2012: “Trabajo calificado sin obreros”. “Nuevos Robots
cambian la Industria.” Por Jhon Markoff “En la fábrica de
Philips Electronics en la costa de China, centenares de trabajadores usan las
manos y herramientas especializadas para montar afeitadoras eléctricas. Esa es la vieja forma. En una
fábrica de la misma empresa en el campo holandés, 128 brazos robóticos cumplen
la misma tarea con una flexibilidad que parece producto del yoga. Cámaras de
video los guían en la concreción de proezas que están mucho más allá de la
persona más diestra. …. Los brazos trabajan con tal rapidez que debe
colocárselos en jaulas de vidrio para evitar que quienes los supervisen
resulten heridos. Por otra parte, hacen todo eso sin necesidad de una pausa
para tomar un café durante tres turnos diarios los 365 días del año. … Este es el futuro.”
Hasta aquí concentramos la mayor atención en el desarrollo de las fuerzas
productivas con pocas referencias a lo social y ambiental. Y, aunque esta carta
se extendió demasiado, sin perder coherencia con el título vamos a continuar
con algunas reflexiones desde otro ángulo.
En el
capitalismo los trabajadores son la variable de ajuste.
Por eso para muchos trabajadores “trabajar” significa someterse a una
explotación que le lleva lo mejor de su vida. Pero no trabajar lo lleva a una
situación de ruina irreversible para él y su familia. Así se encuentra entre
dos pesadillas.
El fin
del trabajo no llegará jamás.
Quizás
porque el trabajo es un fin en sí mismo. Si, además, resulta irrefutable
el papel virtuoso del trabajo en la evolución del ser humano, su defensa es
parte de la lucha por la vida.
Entonces
¿Para la sociedad el ideal será trabajar y trabajar? En esta línea ¿No será
real que la haraganería, la holgazanería, el parasitismo, la desidia, la
pereza, terminan en un proceso de involución?
Desde
otra mirada Bertrand Russel hace un elogio al ocio. ¿Cuál es la respuesta
correcta?
Entiendo
que esta respuesta ya lo expusimos en la carta 8.
El ser
humano como apéndice de la producción o la máquina.
La
experiencia nos dice que desde la división de la sociedad en clases sociales y
en el tiempo transcurrido desde la revolución industrial en el siglo XVIII, el
trabajo significó opresión para millones de personas. La cultura que sostiene
que el trabajo es todo y que por tanto debemos entregarle la vida llegó a todo
tipo de exceso, entre los que se destaca el trabajo infantil –que
lamentablemente aún subsiste en el mundo-.
El
trabajo es la fuente de valor por excelencia, unido a una máquina
tecnológicamente competitiva, logra el mayor valor. Y de ahí la plusvalía con
la que el empleador acrecentará su ganancia. Incrementar la tasa de ganancia es
el fundamento último del capitalismo, por tanto “ser humano y máquina” son
componentes indistintos de la producción. No es raro ver que algún patrón cuida
más la máquina que a su empleado. En última instancia si hay sobre oferta de
mano de obra resultará más fácil reemplazar al trabajador que la máquina. Así
el carácter inhumano del régimen se expone con toda claridad.
La
lucha de los trabajadores impidió una mayor explotación.
La
fórmula 8 horas de trabajo, 8 de recreación y 8 de descanso, fue enarbolada por
la clase trabajadora a fines del siglo XIX. De esas luchas emergió el Día
Internacional de los Trabajadores, los mártires de Chicago iban a brindar sus
vidas para que la clase trabajadora, sus hijos y los hijos de sus hijos, no
siguieran inmolándose a favor de la acumulación de capital. Después de grandes
luchas y sacrificios la jornada laboral de 8 horas es reconocida en buena parte
del planeta ¿Será ese el punto ideal? Han transcurrido más de 100 años y al
pasar revista a las necesidades razonables de consumo por parte de todos los
seres humanos y referenciarlo con los poderosos medios de producción, podríamos
afirmar que con mucho menos de 8 horas diarias alcanzaría para satisfacer todas
las necesidades y desplegar una buena vida.
Trabajo
para todos.
Sin
embargo, la idea de disminuir la jornada laboral, para socializar las horas
necesarias para la producción y que todos tengan trabajo, chocó con la
resistencia de los empresarios capitalistas. Por un lado necesitarían más
personal, con lo que aumentaría la masa salarial y disminuiría la tasa de
ganancia. Por otro lado se lograría el pleno empleo, y con este se termina el
ejército de desocupados aumentando la capacidad de negociación de los trabajadores,
que impulsarían nuevas conquistas. ¿Adónde piensan llegar, reflexiona aturdido
el empresario? Y si encima al pobre capitalista le agregamos el mercado mundial
donde debe lidiar con países que violan sistemáticamente todos los derechos
laborales y pagan sueldos miserables ¿Cómo podrá competir?
En
fin, el largo recorrido de esta carta no es para terminar dándole respuesta a
estas razonables preguntas que puede realizar un empresario.
El
futuro.
La
alienación respecto del “todo” es casi una condición ineludible de estaperíodo.
Si Sócrates tuvo la inteligencia suficiente para sostener: “Sólo sé que no se
nada”, en esta época del crecimiento exponencial del conocimiento, podemos
acreditar fehacientemente que “no sabemos nada”. Nada del “todo”, pero mucho en
las áreas específicas.
Los
especialistas reducen su objeto de estudio a zonas cada vez más restringidas.
La división del trabajo llega a escalas extraordinarias. Cada día, cada
especialista sabe más sobre menos cantidad de cosas. La especialidad hace a la
eficiencia. Cada vez producimos más. Y los empresarios capitalistas están
conformes con esta situación. Sobre todo los neo-liberales. “Una mano invisible
administrará todo y pondrá cada cosa en su lugar”. Una fábula una y mil veces
desmentida por la realidad. ¿Podremos detenernos a pensar: Para qué todo lo que
producimos? ¿Lo hacemos adecuadamente? ¿No sacrificamos vidas humanas o el
ambiente? ¿Estamos pensando en las futuras generaciones? Los mismos empresarios
piensan: “Es una pérdida de tiempo y nos resta competitividad”. Nosotros
afirmamos: El régimen está loco, loco, loco.
En
próximas cartas observaremos: la minería a cielo abierto y la Barrik Gold, la
agricultura y Monsanto, el transporte y General Motors, etc. Y veremos que
algunas de las leyes aquí enunciadas inherentes al capitalismo, (“la perfección cada
vez más creciente de la maquinaria moderna está convirtiendo en una ley
obligatoria que fuerza a los capitalistas industriales individuales a mejorar
de forma permanente sus máquinas, siempre con la finalidad de incrementar su
capacidad productiva”) mantienen su vigencia desafiando el
futuro de una buena vida para todos los seres humanos. Y que esta lógica debe
ser superada. Y que no hay otro contenido que el democrático, no hay otra forma
que con la participación popular, no hay otra disciplina que la ética y no hay
otro método que la planificación estratégica a gran escala. Pero todo esto será
motivo, espero, de otras reflexiones.
“La política, la ciencia y la tecnología debieran ser disciplinas subordinadas
a la ética, eso daría lugar a un mundo mejor y una buena vida para todos.”
Mario
Mazzitelli
Sec.
Gral. Nac. del PSA