viernes, 13 de septiembre de 2013

Carta 10 - "Atender a los jóvenes que no trabajan ni estudian."

Lunes, 4 de marzo de 2013

Nota: en cartas anteriores dimos un pantallazo sobre emociones, principios, valores, proyecto político, etc. Cuestiones que marcan “desde donde” y “para que” militamos en política. Con esto damos por tierra con la definición que señala que la política se reduce a “la lucha por el Poder” y nada más. Ese concepto, que hasta el día de hoy prevalece en tantos sectores, es la fuente de corrosión y corrupción de una de las actividades más nobles. Ocurre que también es falso que la política sólo sea “expresión de buenos deseos”. 
         Alcanzar lugares donde se multiplica el Poder de las personas y las organizaciones es una tarea irrenunciable de un Partido Político. Alcanzado ese lugar es importante tener en cuenta varias cuestiones. La primera es saber que ningún “Poder” es absoluto, que nunca los recursos son infinitos y que el factor “tiempo” es un condicionante. Por lo tanto se torna necesario establecer prioridades. A partir de esta carta empezaremos a presentar propuestas para ir definiendo un plan 2015/2019; avanzando desde borradores a materiales enriquecidos con debates, más información y nuevas propuestas. Ahora definiremos el primer tema que debería abordar un nuevo gobierno en la Argentina y al cual en casi 4 horas de discurso en la apertura de sesiones ordinarias Cristina Kirchner, no hizo ninguna mención. MM.


Carta 10.- A los jóvenes.
“Atender a los jóvenes que no trabajan ni estudian.”


            El joven que piensa y trabaja es optimista; acera su corazón a la vez que eleva su entendimiento. No conoce el odio ni le atormenta la envidia. Cosecha las flores de su jardín y admira las del ajeno. Se siente dichoso entre la dicha de los demás. Ríe, canta, juega, ama,…..de Las Fuerzas Morales. José Ingenieros.                        
            Esta frase expresa la realidad de un conjunto importante de jóvenes y exhibe un ideal. Hoy, sin embargo, un conjunto muy grande de adolescentes y jóvenes deambulan sin ton ni son, sin saber muy bien ¿Qué hacer con sus vidas?
            La sociedad en la que crecimos los que tenemos más de 10 lustros fue la sociedad industrial. La cultura del trabajo, el cumplimiento del horario, la disciplina laboral y el orgullo de hacer bien la tarea encomendada nos daban contención y la posibilidad de desarrollar no sólo nuestras aptitudes profesionales; sino nuestras apetencias deportivas, culturales, recreativas, amorosas. El trabajo como columna vertebral del orden industrial. Con la reconversión tecnológica y productiva que vivimos los últimos años, esto sigue siendo la realidad de un sector. Pero ¿Qué pasa con el millón de adolescentes y jóvenes que no trabajan ni estudian? 
            Son jóvenes que el sistema no necesita para el empleo, para los cuales no hay un lugar determinado en el que se puedan realizar como personas mientras avanzan hacia la adultez. Algo así como escoria social a la que algunos le asignan la responsabilidad por la inseguridad reinante y la expresión del vicio.
            Nacieron en los años de reconversión neo-liberal, donde al tótem de la eficiencia se le entregaban las vidas humanas. Donde millones perdieron el trabajo y pasaron a engrosar el cordón de las grandes ciudades, las villas, el margen. Con problemas habitacionales, hacinamiento en el interior de la casa y falta de buena estructura fuera de ella. Aunque en los últimos 10 años mejoró la situación, el proceso se sigue reproduciendo. Por ejemplo con el monocultivo de soja que desplaza poblaciones enteras o las acorrala en pueblos pequeños de los cuales los jóvenes emigran buscando otros horizontes, de nuevo, alrededor de las grandes ciudades.
            El problema no está circunscripto a un lugar determinado y a una determinada clase social. Abarca a toda la sociedad. Pero toma sus formas más dramáticas en las barriadas pobres y en la clase con menores ingresos. Son jóvenes que no se mantienen ni en el sistema educativo ni en el laboral.
            “Los datos disponibles para la Argentina indican que un 51% de los jóvenes que no estudian ni trabajan provienen del quintil más bajo de la distribución de ingresos. Este porcentaje sube al 77% si se incluye el quintil siguiente. Este es el grupo que está expuesto a un mayor riesgo de caer en la trampa de la violencia, la criminalidad y la adicción a las drogas”
            Daniel Arroyo sostiene que a los problemas antes señalados se suma: “…las adicciones y el hacinamiento: el ciclo en los grandes centros urbanos es un joven que comienza estando hacinado en la casa, se va a la esquina porque hay más lugar y mejores condiciones, en la esquina comienza a consumir porque todos consumen y así empieza a endeudarse. Rápidamente ese joven no sólo tiene un problema de salud y adicción, sino que también tiene un problema económico que hace que alguien se le acerque para ofrecerle cualquier cosa a cambio de cancelar la deuda…..A ello debe agregarse el alto porcentaje de embarazo adolescente que reproduce nuevamente el esquema de hacinamiento y vuelve a complicar las cosas”
            Patricio Millán Smitmans (Profesor en la Facultad de Ciencias Económicas de la Pontificia Universidad Católica Argentina) coincide en el diagnóstico. “El hecho de que 1 de cada 4 jóvenes no estudie ni trabaje (jóvenes ni-ni) tiene enormes consecuencias sociales y compromete el futuro del país. En primer lugar, es un elemento que alimenta el círculo vicioso de la pobreza. La mayoría de estos jóvenes pertenece a los estratos más bajos de la distribución de ingresos y no ha terminado el secundario, por lo que tienen pocas posibilidades de encontrar un empleo decente y bien remunerado y de salir de la pobreza en el futuro. Por otra parte, son jóvenes que en general carecen de un proyecto de vida y de un ámbito familiar adecuado para su desarrollo personal. Estas características y el desarraigo que experimentan del mercado laboral y de la educación, los hace propensos a la delincuencia, la violencia y el consumo de drogas.”
            El desempleo juvenil cuadruplica la tasa general de desocupación. Además el empleo que prevalece es informal, transitorio y en negro. Todo muy grave.
            El diagnóstico, la simple descripción de lo que está pasando merecería un libro y excede la formulación sintética que damos a nuestras cartas. Sin embargo antes de emprender una propuesta podríamos formularnos algunas preguntas: Al margen de sus condiciones materiales, este millón de adolescentes y jóvenes ¿No nos estarán queriendo decir algo que no entendemos? ¿Aman la vida? ¿Cuál es la relación con su familia? ¿Y con sus amigos? ¿Cómo ven y construyen su futuro? ¿Cuáles son sus ilusiones? ¿Se asignan algún rol frente al cambio social en curso? ¿Creen en los políticos o los partidos políticos? ¿Tienen confianza en las instituciones del Estado? ¿Observan a la educación y la capacitación como fuentes de una vida más plena? ¿Aspiran a tener un trabajo de calidad y estable a partir del cual organizar sus vidas? Con estas preguntas intento responder a la más importante ¿Cuál es el sujeto social para la resolución de este drama continuo? Los mismos adolescentes y jóvenes. Sin su activa participación, con la carga de trabajo, tiempo y energía que eso implica para los mayores; no habrá solución.  
            En 2012 el Estado argentino otorgó el derecho al voto a los adolescentes de 16 a 18 años. Muestra preocupación por ellos como electores ¿Se ocupa de ellos como personas en formación? Es cierto que hay planes y destina recursos ¿Tienen la intensidad y la prioridad que la situación requiere?
            Las familias muestran dificultades para encaminarlos. ¿Reconocen que es un problema que tiene solución? ¿Están preparadas para resolverlo? ¿Saben como enfrentar la situación?
            Las empresas grandes o pequeñas no requieren una enorme cantidad de personal. Los jóvenes que incorporan son aquellos que están mejor preparados, con más altos estudios y mejores calificaciones, que viven cerca del trabajo y eluden, razonablemente, a quienes pueden ser fuente de conflicto, problemas e ineficiencia. ¿Estaría en las empresas la solución?
            El sistema educativo retiene un buen número de estudiantes. Pero cada día la deserción se torna en un problema creciente. Comparaciones con otros países de América Latina, muestran un permanente retroceso en la contención y promoción de los niños y los jóvenes. “Este deterioro está claramente manifestado al comparar los resultados de los últimos años en los exámenes internacionales, como el Programme for International Student Assessment (PISA).” También en el área educativa se observa un presupuesto en crecimiento en relación al PBI. Pero las clases no comienzan por paro docente. A todas luces necesitamos una reforma integral del sistema empezando por la primaria, la secundaria y los niveles superiores. ¿Alguien cree que este año o en los próximos 10 este sistema puede ser parte de la solución al problema?
            Los sindicatos. La lucha gremial se ha circunscripto a los asociados. Es decir, mayoritariamente, a los que tienen un trabajo en blanco. La lucha salarial y por las condiciones laborales toma toda su centralidad ¿Tienen resto para asumir problemas que van más allá de la esfera de su incumbencia?
            Las asociaciones libres del pueblo. Los clubes y las sociedades de fomento (donde se practican deportes), los centros de jubilados, diversas asociaciones, ¿Están en condiciones de hacerse cargo de este sector juvenil –generalmente conflictivo-?
            Los centros de estudiantes ¿Han tomado este problema como uno de sus objetivos?
            Las nuevas tecnologías ¿No resultan en un arma de doble filo, que sólo la cultura puede resolver para su buen uso?
            El narcotráfico. Crece día a día. Su desarrollo es permanente. El crimen organizado, que en la era de la información y las comunicaciones se ha vuelto global, avanza en la Argentina. Su penetración hizo metástasis sobre la policía, el Poder Judicial y la Política. A esta corrupción debe sumársele: que tiene dominio territorial, fuerte arraigo en sectores sociales, una alianza implícita con los consumidores de todas las clases sociales, un entendimiento con el sistema financiero formal o informal, un contubernio con el poder económico (que no le interesa saber de dónde provienen los fondos), la complicidad por corrupción, ineficiencia o temor de los órganos de control del Estado y finalmente el desarrollo de una cultura anti-rati, anti-careta, anti-sistema, con símbolos propios que no busca la elevación de las personas en sentido clásico, sino la sobre-valoración de vivir el momento, por sobre cualquier proyecto que signifique concentración y esfuerzo sostenido. Es decir que para muchos jóvenes “hay alternativa”. ¿No resulta absurdo pensar en combatir el narcotráfico en la dimensión diminuta que los estupefacientes hacen daño a la salud?
            Necesitamos un plan integral para resolver este problema. La sociedad, todos y cada uno de nosotros debe poner un plus para llegar a buen puerto. Plan, trabajo, tiempo, energía. No saldremos de esta situación desde la indiferencia, la desidia o la desatención.
            Quien debe ponerse a la cabeza de esta lucha es el Estado Nacional. El plan debe ser elaborado con la participación de todos los actores antes señalados: los adolescentes y jóvenes, las familias, el sistema educativo, los partidos políticos, las empresas, los sindicatos, las asociaciones deportivas, las entidades intermedias de la sociedad, los centros de estudiantes. Debe ser una de nuestras grandes causas nacionales. ¿Acaso alguien no ve que nos jugamos el futuro de todos en la resolución de este drama? ¿No vemos como se han degrado en nuestra América algunas sociedades y ciudades en particular? ¿No observamos cómo crece entre nosotros la violencia y la confrontación social? ¿No entendemos la necesidad de lograr un gran entendimiento en torno a este enorme problema?
            Educación y Trabajo. Trabajo y Educación. La aventura del conocimiento y la creación. Cultura, Arte y Deporte. Simple. Los adolescentes y jóvenes eligen los caminos razonablemente, dentro de los cursos de realidades y acontecimientos que los circunscriben. Si abrimos buenos caminos los elegirán.  
            A las políticas en general, debemos sumar las políticas personalizadas. Cada adolescente o joven es alguien a quien debemos atender en sus propias particularidades para que encuentre la manera de realizarse en la vida virtuosamente. Formar para la vida es intentar que desarrolle todas sus potencialidades. Es formar para el trabajo manual e intelectual.
            Las salidas laborales posibles para quien vaya asumiendo la adultez son las provenientes del conjunto de trabajos útiles que realiza la sociedad: en la industria, la producción agropecuaria, los servicios, etc. Ámbitos existentes en el marco de empresas, cooperativas, el Estado, etc.
            Y cuando todo eso no alcance hay que inventar nuevos trabajos. La obra pública en la construcción de infraestructura, de viviendas o en la creación de nuevas ciudades en hermosos lugares de nuestro territorio con todo lo que esto implica, son alicientes para encauzar la vitalidad, el vigor, las energías y la capacidad transformadora de los jóvenes.
            Sé por experiencia propia que los jóvenes necesitan de los mayores. Y reconozco que los mayores sólo podemos darle trascendencia a nuestra existencia en la expectativa que la vida se re-significa por la existencia de nuestros hijos y las generaciones que nos siguen. También sabemos que mejorar el futuro es posible. Y la ejecución de un proyecto político es eso crear las condiciones para un buen vivir, para una buena vida. Aunque en la Argentina hoy la estemos hipotecando. 

Mario Mazzitelli.

Sec. Gral. Nac. del PSA (Argentino)

No hay comentarios:

Publicar un comentario