viernes, 13 de septiembre de 2013

Carta 12 - “Poner fin la indigencia y la pobreza en el suelo argentino.”

Miércoles 10 de abril de 2013.
Carta 12. “A”.- A los Jóvenes.
“Poner fin la indigencia y la pobreza en el suelo argentino.”

Terminar con la indigencia y la pobreza es un objetivo loable al que nadie dice oponerse. Sin embargo la resistencia a este justo planteo choca con la intransigencia de vastos sectores. Parece una paradoja, pero no lo es.
Las ideas se van conformando en torno a la experiencia social. Podríamos decir que hay un mundo material y otro de ideas. A la dialéctica interior de cada uno, se suma la dialéctica que existe entre ellos. En esa dinámica se van configurando los usos y costumbres. La historia material nos dice que: “siempre hubo pobres”. Basándose en esta observación algunos agregan: “por tanto siempre habrá pobres”. El futuro condenado por el pasado. Y como no siempre reflexionamos sobre estos temas, se naturalizan. Se incorporan mentalmente al paisaje social y nos resignamos a convivir con esta realidad. Dice Serrat que: “Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio”. De aquí deviene el primer sustrato de esta callada y silenciosa resistencia. Nadie parece organizarse para que haya “indigentes y pobres”, pero tampoco se hace nada para poner fin al asunto.
En forma más activa están los mercaderes. Los neo-liberales que entienden que en este mundo, una economía es competitiva cuando logra bajar los costos. Y dentro de esos costos está el precio del salario. Si el mercado laboral presenta plena ocupación los empleadores deberán rivalizar entre sí para conseguir la mano de obra que están buscando y esto aumenta los salarios. Si, en cambio, mantiene (lo que ya Marx y Engels señalaron con total claridad en la primera mitad del siglo XIX) un ejército de reserva conformado por desposeídos que no tienen para entrar al mercado otro bien que su “fuerza de trabajo”, esta pugna por obtener una remuneración tiende a bajar el costo del salario. Aquí la resistencia no aparece como resignación frente a la realidad, sino como condición de desarrollo del capitalismo periférico que ellos defienden en el marco de la nueva división internacional del trabajo. La dependencia del siglo XXI, con su secuela de saqueo y subordinación, impone la existencia de un sector social que ayude a bajar la presión salarial. Y los mercaderes, neo-liberales o conservadores modernos trabajan para sostener el statu-quo y evitar que los pobres e indigentes eleven su condición social.
Como la experiencia histórica demostró que la presión contra los de abajo tiene un límite en el que se pone en riego los privilegios de los de arriba; la sociedad acepta que se les tienda una mano a quienes van quedando postergados, excluidos, incapacitados para integrarse al mercado. Una mano implica aceptar que algunas políticas focalizadas habrá que tener para estos sectores sociales. Políticas para pobres e indigentes. Una mano de piedad.
Lógicamente que, para bajarles el precio, a esas prestaciones viene una batería de argumentos que ponen la ayuda en el altar de las generosidades y a los receptores en el marco de los vividores parasitarios. Con esto nosotros somos “los buenos” y ellos “los malos”. “Está bien que se los ayude, pero están así porque quieren”; “Si se los sigue alimentando nunca van a querer ir a laburar”; “Plan vagancia”; “Nosotros nos rompemos el culo para tener algo y estos sin hacer nada viven mejor que nosotros”; etc.
Algunos sostienen que estas políticas focalizadas han fracasado porque pasan los años, los lustros y las décadas y el problema de la “miseria” no se resuelve. Están equivocados. Estas políticas no son para resolver el drama y la injusticia. Son para perpetuarla en niveles tolerables para las víctimas. Que no estallen ni se rebelen. Que queden aprisionados entre la necesidad y la caridad. Si se levantan pueden perder la caridad y con ella el escaso sustento para la vida. Equilibrio diabólico del régimen del que los partidos mayoritarios de la Argentina son tributarios.

Combatir esta forma de pensar es parte de la “lucha de ideas” en la que los socialistas tenemos que jugar un rol protagónico. Al mismo tiempo plantear una política alternativa.
Para empezar podríamos plantear la situación en otros términos. “En un país tan inmensamente rico como la Argentina, donde se producen los bienes y servicios suficientes como para satisfacer las necesidades de todos sus habitantes, con un desarrollo intermedio que lo ubica como un país próspero; tener pobres e indigentes conforma una situación de inmoralidad pública inaceptable.” Agreguemos que: “Teniendo la necesidad de mayor población, y un creciente número de mano de obra altamente calificada para desarrollar nuestras potencialidades, resulta una verdadera estupidez no incorporar al 100% de la población a esta hermosa aventura de construir una Argentina justa, desarrollada, moderna y bella.” Y así el problema toma otro cariz. Poner fin a la indigencia y la pobreza no sólo es una obra de caridad que enaltece a las mujeres y los hombres que se comprometen con este objetivo, sino que resulta altamente positivo para el desarrollo del país y el bienestar general. Que decir para todos aquellos que hablan de “inseguridad como el primer problema a resolver”, cuando le digamos que en una sociedad que no esté acosada por estos flagelos los niveles de “seguridad” serán muchísimo más altos.
Siendo que los beneficios superan con creces a cualquier interés mezquino ¿Por qué no se hace algo al respecto? ¿Será una utopía? Esto resultaría una utopía si los recursos con los que contara nuestra sociedad fuesen escasos. No es así. Los tenemos y en abundancia. ¿Será que no existe la propuesta con la que encarar esta solución? Si, existe y es a la alternativa a la que adhiero. Tiene distintos nombres: Renta Ciudadana, Renta Básica, Ingreso Básico Universal. “La renta básica universal (RB) o ingreso ciudadano (IC), según la define la Red Renta Básica, es un ingreso pagado por el estado, como derecho de ciudadanía, a cada miembro de pleno derecho o residente de la sociedad incluso si no quiere trabajar de forma remunerada, sin tomar en consideración si es rico o pobre o, dicho de otra forma, independientemente de cuáles puedan ser las otras posibles fuentes de renta, y sin importar con quien conviva.” Es una propuesta en la que muchas personas vienen trabajando desde hace muchos años: Daniel Raventós y Philippe Van Parijs son dos nombres reconocidos internacionalmente y en nuestro medio Rubén Lo Vuolo entre otros. Son muchos los especialistas y en caso de abrirse un debate en nuestro medio, la riqueza del mismo provendría de la más amplia participación. Mi aporte se dará en el marco de una propuesta concreta para nuestro país que haré en esta carta y la defenderé como un derecho de fondo; piso de libertad e igualdad ineludible de cara a la construcción del Socialismo del Siglo XXI. Para este momento histórico en esta geografía concreta, el nombre por el que me inclino es: Ingreso Básico Alimentario. Con esta propuesta empezaríamos a “Poner fin la indigencia y la pobreza en el suelo argentino”. Y eso no es poco. 

Sigue...

Mario Mazzitelli.

Sec. Gral. Nac. del PSA (Argentino)

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