viernes, 13 de septiembre de 2013

Carta 4 - "Recuperar Identidad para ganar Protagonismo."

Miércoles, 6 de febrero de 2013.
Carta 4 - A los jóvenes:
"Recuperar Identidad para ganar Protagonismo."


                                               Me voy a valer de un largo párrafo de quien es considerado uno de los científicos más grandes de la historia Albert Einstein. En un trabajo suyo titulado “Porque el Socialismo” dice:
                                                       “El hombre es, a la vez, un ser solitario y un ser social. Como ser solitario, procura proteger su propia existencia y la de los que estén más cercanos a él, para satisfacer sus deseos personales, y para desarrollar sus capacidades naturales. Como ser social, intenta ganar el reconocimiento y el afecto de sus compañeros humanos, para compartir sus placeres, para confortarlos en sus dolores, y para mejorar sus condiciones de vida. Solamente la existencia de éstos diferentes, y frecuentemente contradictorios objetivos por el carácter especial del hombre, y su combinación específica determina el grado con el cual un individuo puede alcanzar un equilibrio interno y puede contribuir al bienestar de la sociedad. Es muy posible que la fuerza relativa de estas dos pulsiones esté, en lo fundamental, fijada hereditariamente. Pero la personalidad que finalmente emerge está determinada en gran parte por el ambiente en el cual un hombre se encuentra durante su desarrollo, por la estructura de la sociedad en la que crece, por la tradición de esa sociedad, y por su valoración de los tipos particulares de comportamiento. El concepto abstracto "sociedad" significa para el ser humano individual la suma total de sus relaciones directas e indirectas con sus contemporáneos y con todas las personas de generaciones anteriores. El individuo puede pensar, sentirse, esforzarse, y trabajar por sí mismo; pero él depende tanto de la sociedad -en su existencia física, intelectual, y emocional- que es imposible concebirlo, o entenderlo, fuera del marco de la sociedad. Es la "sociedad" la que provee al hombre de alimento, hogar, herramientas de trabajo, lenguaje, formas de pensamiento, y la mayoría del contenido de su pensamiento; su vida es posible por el trabajo y las realizaciones de los muchos millones en el pasado y en el presente que se ocultan detrás de la pequeña palabra "sociedad".

                                               Nuestra identidad tiene elementos genéticos, hereditarios y es impensable fuera de un ambiente social determinado. ¿Por qué no habríamos de tener una profunda crisis de identidad si en la Argentina las aspiraciones de cambio social, los sueños, los ideales, fueron fusilados, torturados y amputados por el “terrorismo de Estado”?  Y vueltos, como en el túnel del tiempo, a una época que parecía superada. Veamos estas preguntas de Enrique Santos Discépolo en el tango que Vachache de 1926: ¿Te creés que al mundo lo vas a arreglar vos? ¿Pero no ves, gilito embanderado, qué la razón la tiene el de más guita? ¿Qué la honradez la venden al contado y a la moral la dan por moneditas? ¿Que no hay ninguna verdad que se resista frente a dos pesos moneda nacional? Alto. ¿No describe parte de nuestra época? Es decir que: en nuestro país una parte de nuestro “ser”  el “ser social” fue profundamente golpeado. En un momento empezamos a ser: seres mutilados. ¿Cómo no ver el daño profundo que esto nos hizo como individuos y como sociedad? Reconstruir nuestra identidad es parte esencial de nuestra tarea histórica. Una tarea no solo cultural, educativa, pedagógica; sino también afectiva, humana, amorosa.
                                               Identidad no es uniformidad. Ni entre los seres humanos, ni al interior de cada uno de nosotros. Identidad es reconocernos en un mismo proyecto histórico. Lleno de contradicciones y sostenido en la diversidad y el cambio continúo. Pero orientado a “subir la cuesta del gran reino animal”. Esa “luz del porvenir” nos da identidad y enciende nuestro protagonismo. Esa “luz del porvenir” la encendieron otros en el pasado y la sostienen muchos en el presente. Por eso nuestro camino es unívocamente la vida, dejando la resolución de las contradicciones a la lucha de la ética, la razón y la inteligencia. Aceptando las derrotas y compartiendo las victorias. Estableciendo que hasta la propia existencia de mi contrincante es parte de mi identidad.
                                               Esta crisis de identidad golpeó en lo profundo. “Hemos hablado mucho de nuestras crisis económica, social, de seguridad, sanitaria o educativa. Y poco de nuestra profunda crisis de identidad”.
                                              “Profunda en oposición a superficial. No tenemos crisis a la hora de cantar el himno, alentar a la selección nacional de fútbol – en cualquier parte del mundo donde jugamos hay un grupito de argentinos llenando de alegría la tribuna -. Tenemos crisis a la hora de saber quiénes somos o que imaginamos que somos. A partir de allí no sabemos a dónde vamos;  que caminos seguir y que hacer en cada momento.”
                                               “Esta crisis la resuelve cada individuo y cada sector con distintas herramientas. Remitiéndome al terreno de la política podría nombrar dirigentes que en los últimos años han llegado a tener 6 identidades políticas distintas. No es una crítica hacia ellos es un ejemplo de la crisis. Basta con repasar la cúpula del gobierno K.”
                                                Si tomamos la mortalidad infantil, la deserción escolar, el hambre, la pobreza, la desocupación, la exclusión social, el déficit habitacional, la promiscuidad, la violencia familiar, la inseguridad, la concentración de la riqueza, la extranjerización del patrimonio público y privado, la enajenación del territorio, la degradación y contaminación ambiental, la dependencia, la deuda externa; veremos con claridad que el no saber “qué hacer” tuvo un costo individual, social y nacional enorme. Que no termina de  reparar alguna pequeña cosa bien echa del gobierno, opacada por la continuidad más escandalosa del oprobioso orden heredado.
                                               Pero nosotros queremos empezar por casa. Hemos defendido nuestra identidad socialista contra viento y marea. No es que ignoremos los errores cometidos o que creamos que el mundo no cambio. Simplemente hemos sostenido que habiéndose corroborado que el capitalismo lejos de resolver las cuestiones humanas, sociales y ambientales que históricamente hemos planteado, las ha agudizado; nuestra identidad sigue representando una alternativa superadora a la hora de poner como objetivo: una vida mejor para todos y todas.
                                               Dicho esto nos queda la pregunta famosa ¿Qué hacer?
                                               A los que gozan de cierto bienestar social: Movilizar nuestro espíritu, nuestras ideas y nuestro cuerpo.
                                               Debemos terminar con la privatización de nuestras propias vidas envueltas en un individualismo exacerbado que niega lo social. Dejar de refugiarnos en casas, countrys o departamentos, negando lo que está pasando ahí afuera. Por caso un pueblo que lucha con ahínco todos los días.
                                              Debemos crear nuevos ideales y paradigmas por los que luchar. En lo individual-social. Sin dicotomías. ¿Para qué sirven mis conocimientos, mi profesión, mis bienes si no están al servicio del otro, del bienestar común? Nuevas fuerzas morales deberán movilizarnos. El amor a los demás, la solidaridad, la amistad.
                                               A los que sufren con intensidad y en carne propia las injusticias del régimen, poco le debemos pedir. Son los que fueron llevados al socavón social del capitalismo moderno y están en desventaja. Desde nuestra propuesta política solo les podemos pedir que no bajen los brazos, que mantengan la lucha, que se sumen, que se organicen, que sepan que “no hay mal que dure cien años” y que la época es favorable al cambio social.
                                               A todos y todas que no se dejen arrastrar por el camino de la apatía, la flojedad, la indolencia. Que la vida es lucha. Y que tenemos una misión histórica que cumplir. Luchar por un sistema social donde el respeto de los derechos sea tan exigente como el cumplimiento de los deberes. Una Nación libre, para que el destino común sea definido por nosotros mismos. Soberana, sin tutelaje del G7, del FMI, o cualquier potencia extranjera. Un lugar donde cada día se rinda homenaje a la vida, donde la dignidad humana sea llevada al altar supremo. Con acciones eficientes para que el atraso material (educativo-científico-tecnológico-productivo) no atente contra nuestros ideales. Capaz de asociarse en el mundo inteligentemente para el cumplimiento de los objetivos superiores.
                                              Este cambio, necesario desde mi punto de vista, está en nosotros. Somos nosotros los portadores del mismo. Nadie nos reemplazará. La identidad se construye como un proceso. Se proyecta hacia el futuro comprendiendo que la revolución científico-técnica y las fuerzas productivas que seguirán evolucionando, deben ser puestas al servicio de la vida, preservando y mejorando el ambiente.
                                               El protagonismo surge de comprender en cada momento histórico las tareas inmediatas que debe plantearse el pueblo. Inventar y ser creativos. Intervenir con fuerza en la realidad. Saber que si acertamos nuestro rol seguirá creciendo y nuevos amigos y compañeros de ruta se sucederán. Si: también los otros, los oportunistas, los arribistas, los trepadores. Pero la historia se la hace avanzando estratégicamente y dejando para el discernimiento táctico la resolución de cuestiones secundarias.
                                               Estamos frente a un momento clave. Esta carta pretende ser un llamado, una convocatoria, un “sonar de la diana” que nos impulse a “tomar el cielo por asalto” si fuera necesario. Es una invitación a redoblar la militancia desde la identidad que llevamos con orgullo: la de ser luchadores por el socialismo.

Mario Mazzitelli.
Sec. Gral. Nac. del PSA (Argentino)


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