Miércoles,
6 de febrero de 2013.
Carta
4 - A los jóvenes:
"Recuperar
Identidad para ganar Protagonismo."
Me
voy a valer de un largo párrafo de quien es considerado uno de los científicos
más grandes de la historia Albert Einstein. En un trabajo suyo titulado “Porque el Socialismo” dice:
“El hombre es, a la vez, un ser
solitario y un ser social. Como ser solitario, procura proteger su propia
existencia y la de los que estén más cercanos a él, para satisfacer sus deseos
personales, y para desarrollar sus capacidades naturales. Como ser social,
intenta ganar el reconocimiento y el afecto de sus compañeros humanos, para
compartir sus placeres, para confortarlos en sus dolores, y para mejorar sus
condiciones de vida. Solamente la existencia de éstos diferentes, y
frecuentemente contradictorios objetivos por el carácter especial del hombre, y
su combinación específica determina el grado con el cual un individuo puede
alcanzar un equilibrio interno y puede contribuir al bienestar de la sociedad.
Es muy posible que la fuerza relativa de estas dos pulsiones esté, en lo
fundamental, fijada hereditariamente. Pero la personalidad que finalmente
emerge está determinada en gran parte por el ambiente en el cual un hombre se
encuentra durante su desarrollo, por la estructura de la sociedad en la que
crece, por la tradición de esa sociedad, y por su valoración de los tipos
particulares de comportamiento. El concepto abstracto "sociedad"
significa para el ser humano individual la suma total de sus relaciones
directas e indirectas con sus contemporáneos y con todas las personas de
generaciones anteriores. El individuo puede pensar, sentirse, esforzarse, y
trabajar por sí mismo; pero él depende tanto de la sociedad -en su existencia
física, intelectual, y emocional- que es imposible concebirlo, o entenderlo,
fuera del marco de la sociedad. Es la "sociedad" la que provee al
hombre de alimento, hogar, herramientas de trabajo, lenguaje, formas de
pensamiento, y la mayoría del contenido de su pensamiento; su vida es posible
por el trabajo y las realizaciones de los muchos millones en el pasado y en el
presente que se ocultan detrás de la pequeña palabra "sociedad".
Nuestra
identidad tiene elementos genéticos, hereditarios y es impensable fuera de un
ambiente social determinado. ¿Por qué no habríamos de tener una profunda crisis
de identidad si en la
Argentina las aspiraciones de cambio social, los sueños,
los ideales, fueron fusilados, torturados y amputados por el “terrorismo de
Estado”? Y vueltos, como en el túnel del tiempo, a una época que
parecía superada. Veamos estas preguntas de Enrique Santos Discépolo en el
tango que Vachache de 1926: ¿Te
creés que al mundo lo vas a arreglar vos? ¿Pero no ves, gilito embanderado, qué la razón la
tiene el de más guita? ¿Qué la honradez la venden al contado y a la moral la
dan por moneditas? ¿Que no hay ninguna verdad que se resista frente a dos pesos
moneda nacional? Alto. ¿No describe parte de nuestra
época? Es decir que: en nuestro país una parte de nuestro “ser” el
“ser social” fue profundamente golpeado. En un momento empezamos a ser: seres
mutilados. ¿Cómo no ver el daño profundo que esto nos hizo como individuos y
como sociedad? Reconstruir nuestra identidad es parte esencial de nuestra tarea
histórica. Una tarea no solo cultural, educativa, pedagógica; sino también
afectiva, humana, amorosa.
Identidad
no es uniformidad. Ni entre los seres humanos, ni al interior de cada uno de
nosotros. Identidad es reconocernos en un mismo proyecto histórico. Lleno de
contradicciones y sostenido en la diversidad y el cambio continúo. Pero
orientado a “subir
la cuesta del gran reino animal”. Esa “luz del porvenir” nos da
identidad y enciende nuestro protagonismo. Esa “luz del porvenir” la
encendieron otros en el pasado y la sostienen muchos en el presente. Por eso
nuestro camino es unívocamente la vida, dejando la resolución de las
contradicciones a la lucha de la ética, la razón y la inteligencia. Aceptando
las derrotas y compartiendo las victorias. Estableciendo que hasta la propia
existencia de mi contrincante es parte de mi identidad.
Esta
crisis de identidad golpeó en lo profundo. “Hemos hablado mucho de nuestras
crisis económica, social, de seguridad, sanitaria o educativa. Y poco de
nuestra profunda crisis de identidad”.
“Profunda
en oposición a superficial. No tenemos crisis a la hora de cantar el himno,
alentar a la selección nacional de fútbol – en cualquier parte del mundo donde
jugamos hay un grupito de argentinos llenando de alegría la tribuna -. Tenemos
crisis a la hora de saber quiénes somos o que imaginamos que somos. A partir de
allí no sabemos a dónde vamos; que caminos seguir y que hacer en
cada momento.”
“Esta
crisis la resuelve cada individuo y cada sector con distintas herramientas.
Remitiéndome al terreno de la política podría nombrar dirigentes que en los
últimos años han llegado a tener 6 identidades políticas distintas. No es una
crítica hacia ellos es un ejemplo de la crisis. Basta con repasar la cúpula del
gobierno K.”
Si
tomamos la mortalidad infantil, la deserción escolar, el hambre, la pobreza, la
desocupación, la exclusión social, el déficit habitacional, la promiscuidad, la
violencia familiar, la inseguridad, la concentración de la riqueza, la
extranjerización del patrimonio público y privado, la enajenación del
territorio, la degradación y contaminación ambiental, la dependencia, la deuda
externa; veremos con claridad que el no saber “qué hacer” tuvo un costo
individual, social y nacional enorme. Que no termina de reparar
alguna pequeña cosa bien echa del gobierno, opacada por la continuidad más
escandalosa del oprobioso orden heredado.
Pero
nosotros queremos empezar por casa. Hemos defendido nuestra identidad
socialista contra viento y marea. No es que ignoremos los errores cometidos o
que creamos que el mundo no cambio. Simplemente hemos sostenido que habiéndose
corroborado que el capitalismo lejos de resolver las cuestiones humanas,
sociales y ambientales que históricamente hemos planteado, las ha agudizado;
nuestra identidad sigue representando una alternativa superadora a la hora de
poner como objetivo: una vida mejor para todos y todas.
Dicho
esto nos queda la pregunta famosa ¿Qué hacer?
A los que gozan de cierto bienestar
social: Movilizar nuestro espíritu, nuestras ideas y nuestro
cuerpo.
Debemos
terminar con la privatización de nuestras propias vidas envueltas en un individualismo
exacerbado que niega lo social. Dejar de refugiarnos en casas, countrys o
departamentos, negando lo que está pasando ahí afuera. Por caso un pueblo que
lucha con ahínco todos los días.
Debemos
crear nuevos ideales y paradigmas por los que luchar. En lo individual-social.
Sin dicotomías. ¿Para qué sirven mis conocimientos, mi profesión, mis bienes si
no están al servicio del otro, del bienestar común? Nuevas fuerzas morales
deberán movilizarnos. El amor a los demás, la solidaridad, la amistad.
A
los que sufren con intensidad y en carne propia las injusticias del régimen,
poco le debemos pedir. Son los que fueron llevados al socavón social del
capitalismo moderno y están en desventaja. Desde nuestra propuesta política
solo les podemos pedir que no bajen los brazos, que mantengan la lucha, que se
sumen, que se organicen, que sepan que “no hay mal que dure cien años” y que la
época es favorable al cambio social.
A
todos y todas que no se dejen arrastrar por el camino de la apatía, la
flojedad, la indolencia. Que la vida es lucha. Y que tenemos una misión
histórica que cumplir. Luchar por un sistema social donde el respeto de los
derechos sea tan exigente como el cumplimiento de los deberes. Una Nación
libre, para que el destino común sea definido por nosotros mismos. Soberana,
sin tutelaje del G7, del FMI, o cualquier potencia extranjera. Un lugar donde
cada día se rinda homenaje a la vida, donde la dignidad humana sea llevada al
altar supremo. Con acciones eficientes para que el atraso material (educativo-científico-tecnológico-productivo)
no atente contra nuestros ideales. Capaz de asociarse en el mundo
inteligentemente para el cumplimiento de los objetivos superiores.
Este
cambio, necesario desde mi punto de vista, está en nosotros. Somos nosotros los
portadores del mismo. Nadie nos reemplazará. La identidad se construye como un
proceso. Se proyecta hacia el futuro comprendiendo que la revolución
científico-técnica y las fuerzas productivas que seguirán evolucionando, deben
ser puestas al servicio de la vida, preservando y mejorando el ambiente.
El
protagonismo surge de comprender en cada momento histórico las tareas
inmediatas que debe plantearse el pueblo. Inventar y ser creativos. Intervenir
con fuerza en la realidad. Saber que si acertamos nuestro rol seguirá creciendo
y nuevos amigos y compañeros de ruta se sucederán. Si: también los otros, los
oportunistas, los arribistas, los trepadores. Pero la historia se la hace
avanzando estratégicamente y dejando para el discernimiento táctico la
resolución de cuestiones secundarias.
Estamos
frente a un momento clave. Esta carta pretende ser un llamado, una
convocatoria, un “sonar de la diana” que nos impulse a “tomar el cielo por asalto” si
fuera necesario. Es una invitación a redoblar la militancia desde la identidad
que llevamos con orgullo: la
de ser luchadores por el socialismo.
Mario
Mazzitelli.
Sec.
Gral. Nac. del PSA (Argentino)
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