Lunes
4 de febrero de 2013. Carta 3
A
los jóvenes
"Elecciones
y realidad."
Muchos
de ustedes se enfrentarán por primera vez con el deber de ir a votar. Otros lo
habrán ejercido ya en más de una oportunidad. En cualquier caso deben saber que
este pequeño instrumento democrático que es el voto, contado por millones en
nuestra actual sociedad de masas, es una conquista del pueblo. Si fuera por los
sectores aristocráticos y oligárquicos el sufragio universal no existiría. Las
luchas históricas en nuestro país y el mundo son una prueba incontrastable. Por
eso hay que valorarlo en su justa medida y preservarlo de todos los intentos
por descalificarlo.
Para
ponerlo en su justo lugar, en un primer análisis, podemos decir
que la realidad integral (económica, social, cultural, ambiental, el
mundo que nos rodea) existe con independencia del resultado de una compulsa
electoral. Es decir que hay una realidad objetiva (situación política
internacional, desarrollo de las fuerzas productivas, de la ciencia y la
tecnología, del comercio, etc.) y subjetiva (principios y valores dominantes,
creencias generalizadas, etc.) que es ajena a las personas que integraran un
próximo gobierno. Luego podemos completar el análisis diciendo que: el
ejercicio del sufragio genera un nuevo escenario, que se entiende al agregar al
escenario el Poder Político naciente, con los cambios y la dialéctica que
desata sobre esa realidad.
De
esta manera, tomando esos dos momentos del análisis, podemos señalar que:
cuando el pueblo elije una nueva dirección política para el Estado sabe que el
mayor cambio en un primer momento se produce en el mundo de lo simbólico, lo
espiritual, lo político. Es sencillo entender que el día en que un presidente
con mandato cumplido, entrega los atributos presidenciales (la banda y el
bastón) al presidente recientemente elegido, poco ha cambiado en la
realidad de una sociedad de masas. El punto de partida para un nuevo presidente
de izquierda o de derecha, popular o aristocrático, socialista o conservador,
es el mismo.
Pero
a partir de ese mismo momento toda la influencia del Estado, todavía esa gigantesca
herramienta de cambio, comenzará a operar en una u otra dirección. Allí
comenzará a notarse la diferencia entre unos y otros. Nada de lo que resuelva
el Gobierno resultará indiferente para el Pueblo, para la mujer y el hombre de
a pie. Tampoco para los ricos, por eso su formidable interés por mantener sus
influencias en las altas esferas del Estado.
En la elección para cargos públicos
electivos, el Poder está en la mujer y el hombre de a pie; porque es la mayoría
la que empodera a sus gobernantes. Elegir bien, regular o mal,
no es indistinto. Resulta entonces la gran pregunta: ¿Qué debería tener en
cuenta el Pueblo para definir su voto?
No
caer en trampas.
Regularmente
se dice que: si la situación económica luce buena, el pueblo vota oficialismo y
si no anda bien, vota oposición. Si bien a grandes rasgos esto lo podemos
corroborar a lo largo de la experiencia del ejercicio del sufragio universal,
debemos señalar que esta simplificación es interesada.
Un
conjunto grande de fuerzas e intereses se mueven detrás de una elección. Luchas
importantes que mayormente pasan inadvertidas para la mayoría popular que tiene
que poner su cabeza, su tiempo y su atención en trabajar, mantener el hogar,
cuidar a los chicos. Pero esas fuerzas, entre las que se destacan los Poderes
Económico Nativo y Extranjero, serán determinantes a la hora de generar climas
de campaña, influencia a favor de un candidato, recursos para la propaganda.
Por eso quieren simplificar la situación, para influir de manera determinante
en la elección; dado que, la mayor parte de las veces ayudan a elegir al Jefe
del Oficialismo y también al Jefe de la Oposición. Oficialismo y Oposición de un mismo “sistema”. Lo que el
Poder quiere, en todo tiempo y lugar, es que no se discuta el “sistema”; del
que ellos resultan principales beneficiarios.
Una
conclusión de base es que: el Pueblo no debe tener la misma lógica que el
Poder. Debe intentar buscar otros parámetros a la hora de tomar una decisión. Y
aunque a través de la simulación y el engaño el Poder intentará meterse dentro
de esos parámetros, las posibilidades de éxito se correrán cada vez más en
favor de la mayoría.
Buscar
nuevos caminos.
Más
allá del número de personas que puedan leer estas líneas, y que “muchos
aconsejan no dar consejos”; propongo para el debate los
siguientes elementos que deberíamos tratar de conocer y tomar en cuenta frente
a la elección de un candidato.
Sus
sentimientos.
Estos
quedan de relieve en la trayectoria de la persona. Si son nobles, solidarios,
altruistas, si dedicó su vida en el ejercicio de la cosa pública a los demás; o
por el contrario se trata de una persona que antepone sus intereses
individuales, es egoísta o
irresponsable.
Sus
Utopías
Lo
que vulgarmente se llama “ideología” del dirigente. El proclamado “fin de las
ideologías” durante los 90, quiso decir el “fin de la utopía”. Habíamos llegado
al “paraíso neo-liberal de mercado” y ya no tenía sentido buscar nada superior.
Era la cumbre. Esto era cierto para los ricos, pero millones y millones de
jóvenes y trabajadores vieron destruidas o frustradas sus vidas. Sin trabajo,
sin estudio, sin futuro. La rebelión (en 2001 en Argentina) demostró que no
habíamos llegado a ningún “Edén”. Que para la mayoría nos habíamos acercado
peligrosamente a los “infiernos” del Dante. Y la utopía volvió a nacer. Aunque
pocos dirigentes la presentan con claridad y sinceridad.
Sus
planes
Con
los que pretende llegar al lugar deseado. El ideal, la utopía, como dice
Eduardo Galeano, nos ayuda a caminar en determinada dirección. Pero el camino
(en el que realmente vivimos todos los días) resulta de la intersección de la
realidad heredada y la intervención de los planes concretos. Los programas de
gobierno cayeron en descrédito en Argentina por dos circunstancias: a.- La mentira. Dijo
Menem: “si hubiera dicho la verdad sobre lo que iba a hacer, no me votaban”.
Conclusión: para lograr votos se dice una cosa y para gobernar se hace otra. En
ese caso el programa de gobierno no tiene ningún valor. b.- Porque se plantean generalidades,
sin especificaciones, ni compromisos concretos. Prevalece la improvisación en
la acción de gobierno. Ycuando
el Estado improvisa, las grandes corporaciones privadas planifican y sacan
ventajas. De manera que también existe una “improvisación
interesada”. Nosotros vamos a presentar nuestros planes.
Su
capacidad
Para
construir poder político, para hacerse de la dirección del Estado en forma
democrática y ejecutar los planes en cuestión. Quien carezca de este “don” o
“capacidad” no estará en condiciones de hacer realidad las mejores intenciones.
Su
Talento
Imprescindible
para la conducción política. Hacer confluir los diversos factores y las
distintas fuerzas en torno a los objetivos populares y nacionales que se hayan
definido, requiere conocer el arte de la conducción política democrática.
Su
voluntad
Nadie
impone su voluntad en un 100%. Y esto hace que muchos se caigan ante el primer
impedimento. Se hacen excesivamente realistas. Pragmáticos a ultranza. Casi
cínicos. Hasta abandonan la lucha, incluso usufructuando cargos públicos. En
cambio buscamos a los que son perseverantes porque tienen convicciones
profundas y cuando hacen cambios porque lo aconseja la realidad, mantienen
intactos sus principios. Manifiestan con energía sus convicciones para llevar
adelante el proyecto comprometido.
Sentimientos, utopías, planes,
capacidad, talento y voluntad; antes de una elección ¿alguien se atreve a
realizar este análisis? No es lo más importante. “Todo
pasa y todo queda”. Siempre algo queda. Y en algo mejoramos.
Mario
Mazzitelli.
Sec.
Gral. Nac. del PSA (Argentino)
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