Martes, 7 de mayo de 2013
Carta 14.- “A” A los jóvenes.
“Ingreso Básico Alimentario”
Advertencias:
a.- Siendo el objeto del
I.B.A. erradicar la indigencia y la pobreza, la proposición busca abrir el
debate político y mostrar que existen soluciones. Esta es una posible.
b.- Resulta de sentido
común que en un momento en que los precios cambian todos los días, en que el
importe del dólar paralelo duplica al del dólar oficial y cuando el Indec
distorsiona todos los valores; los números de la presente propuesta sólo buscan
ejemplificar y visualizar la idea.
c.- Este es el mejor
camino que encontramos. Que no niega otros muchos posibles. Y tampoco un debate
sobre esta misma propuesta. Pero hasta que esos otros no emerjan y no se abra
el debate, este es el que vamos a defender.
Ingreso Básico
Alimentario.
Nuestra propuesta concreta consiste en distribuir en forma
igualitaria entre todos los argentinos, residentes en el país, el 12,5 % (1/8)
del PBI. Se trata de una ingeniería financiera que permita todos los meses
acreditar en una cuenta personal el monto que surja de dividir el 12.5 % (1/8)
del PBI por el número de beneficiarios. Su concreción debe ser consensuada y
escalonada. Esta tarea estará a cargo del Estado.
¿Por qué esta referenciado al PBI? Porque de esta forma es móvil y todos
tendrán un interés común: incrementar el PBI. Si la torta es más grande todos
nos beneficiamos.
¿Por qué el 12,5%? Porque nos parece que es el mínimo con el que se
le puede dar sustento a un Ingreso Básico Alimentario. Y no desalienta a nadie
por considerarlo injusto.
¿Por qué a todos? Porque es universal. No discrimina. No está
condicionado. No hay que mentir para recibirlo. No se lo pierde si se consigue
trabajo. Lo recibe el hombre y la mujer. Al año de edad y a los 80 años. En
Buenos Aires y en La Quiaca. Pertenezca a la clase social que pertenezca.
Porque termina con la
indigencia, pero no es una dádiva para los indigentes.
Porque aumenta la
seguridad y la libertad de los más vulnerables: el niño, su madre, el anciano o
el trabajador.
Y porque es un derecho
legítimo y debe ser inalienable.
Entonces, reconocerlo
como pueblo, asumirlo como opinión pública e implementarlo como Estado, pasa a
ser una responsabilidad de todos.
¿Desalentará el trabajo? No. El principal argumento contra el
Ingreso Básico Alimentario (la Renta Ciudadana o similares) es que desalentará el trabajo. Toda mi
experiencia personal y de mucha gente con la que he consultado refuta este
argumento. La casi totalidad de las personas que pudieron garantizarse una
pequeña o mediana renta sigue trabajando. “¿Pero
–se pregunta el economista Claudio Katz- qué
relación existe entre un subsidio a las necesidades básicas y esa pérdida de
incentivos? ¿Por qué un individuo bien alimentado, educado y desprovisto de la
angustia por la subsistencia trabajaría a desgano? Más bien cabría imaginar lo
contrario y advertir como cierta garantía de bienestar mínimo potenciaría el
desempeño laboral”. Existen numerosas razones para suscribir esta última
hipótesis. La tranquilidad que brindaría el I.B.A. no sólo induciría a trabajar
con mayor conciencia, sino que estimularía la afinidad de cada individuo con la
actividad laboral que prefiere. Mejorando incluso la productividad.
¿Es viable la propuesta? La factibilidad de la propuesta es total.
Establecido el concepto, su realización debe ser flexible, progresiva y
consensuada a medida que se vayan disponiendo los recursos. Podría comenzarse
por los niños pobres o los sectores considerados de mayor riesgo. Si el monto
total todavía no está disponible; podría comenzarse con una cifra menor. Si
pensamos que al 10% más pobre le corresponde el 1,25 % del PBI y lo hacemos
extensivo inicialmente al 40% de menores ingresos, representa apenas el 5 % del
PBI. Y ese porcentaje saldría mayoritariamente de la reasignación de partidas
sin efectos prácticos sobre el presupuesto actual. Si faltara, se podría lograr
mejorando la recaudación sobre el 30% de la economía que funciona en negro. Los
recursos están.
Para los estratos superiores
de la pirámide económico-social, la asignación puede sobrevenir en plazos más
largos asignando recursos a partir del aumento de la recaudación. Hasta
alcanzar en unos años al 100% de la población.
¿Por qué al 100 %? Los remito a la carta anterior. Simplemente
porque le pertenece a cada uno y es justo que así lo reconozcamos.
¿Dará lugar al clientelismo político? No. Esto es un derecho
inalienable de las personas y no se le debe a nadie en particular. Es como el
voto. Sirve para garantizar las condiciones mínimas para el pleno desarrollo de
la personalidad humana.
¿Se termina bancarizando toda la
población? Sí.
¿El 12,5% del PBI no implica aumentar en el mismo porcentaje el gasto
público? En primer lugar no es gasto es inversión. Inversión en el “valor
humano”. Tiene una justificación superior a la inversión destinada a defensa,
seguridad, justicia, salud, educación u obra pública. Y a nadie se le ocurriría
incumplir con estos objetivos indelegables del Estado. No hace al peso del
Estado sobre la población, simplemente porque es un mecanismo de redistribución
de la riqueza. Todos aportan a un fondo común y el Estado lo redistribuye entre
los mismos ciudadanos de manera que ese dinero no sale de circulación.
Los gastos operativos
son muy pequeños, dado que la confección de las tarjetas y la ingeniería
financiera a realizar es muy simple. Los egresos serán muy inferiores a los
actuales, la burocracia ya no absorberá un porcentaje importante del “gasto
social” y casi todo llegará a destino a muy bajo costo.
¿Se requiere una profunda reforma
impositiva? Sí. “En la región los gravámenes a la renta son inferiores y los
tributos al consumo son superiores a los vigentes en las naciones avanzadas.
Quienes ganan menos de un salario mínimo sufren cargas impositivas del 37% y
quiénes perciben sumas 100 veces mayores apenas aportan el 13 % al fisco.” Pero
dejamos el tema para otra carta. Por ahora sólo decimos que es aplicable hasta
con el régimen actual
¿Hay que crecer y después distribuir? No. Hemos escuchado hasta el
cansancio que primero hay que crecer para después distribuir. Esto es una
falacia. Distribuir es una cuestión independiente del crecimiento.
A tal punto que
generalmente se hace más hincapié sobre la justa distribución cuando hay
escasez. Después de una catástrofe natural, una crisis profunda o durante una
guerra la racionalización surge como forma de repartir los pocos recursos
existentes.
El crecimiento no garantiza la distribución. Por ejemplo, la
explotación minera muestra que, con crecimientos enormes del producto bruto,
con nuevas inversiones, la distribución llega a ser de más del 90% para la
empresa y menos del 10% para la población. En el caso de exportaciones que
pasaron de empresas nacionales a extranjeras el crecimiento puede tener resultado
negativo, dado que antes la empresa nacional reinvertía o gastaba en el país y
ahora el capital emigra como remesa al exterior.
Crecimiento sin distribución lleva a la concentración de la riqueza,
debilitando el consumo de los sectores populares. Esto, a su vez,
desalienta la inversión en la producción de mercancías de consumo masivo,
invitando a la fuga de capitales. Recordemos que siguen depositados en el
exterior cientos de miles de millones de dólares pertenecientes a argentinos,
además de las remesas de ganancia de empresas extranjeras que deciden no
re-invertir en el país. Ejemplo: entre 1991 y 1997 hubo un importante
crecimiento de la economía, con cierta reconversión tecnológica y paralelamente
un aumento de la desocupación y deterioro en la distribución del ingreso. Se
llegó a índices de desempleo estructural cercanos al 20% con gravísimas
consecuencias para las familias empobrecidas y la supervivencia de la Nación.
El crecimiento y cierta incorporación de tecnología, sólo buscó optimizar la
tasa de ganancia del capital omitiendo cualquier papel referido al bienestar
general. Sin mercado interno suficiente, el propio Estado vio caer su
recaudación, se generó déficit fiscal, hubo ajuste, se agudizó el
endeudamiento, fuga de capitales, corralito financiero, en fin, estallido y
crisis de 2001.
La distribución de la riqueza responde en términos generales a la
relación de fuerzas que existe entre los distintos sectores de la sociedad, que
termina reflejándose en un orden político y jurídico que: sostiene, reproduce y
justifica dicha distribución. Por las luchas populares se cambió la matriz
distributiva después de 2001/2. Nosotros proponemos dar otro salto distributivo
en favor de los sectores populares, sin los condicionamientos políticos a los que
se vieron sometidos los más pobres por el sistema clientelar y caudillesco que
se instaló en el Poder desde aquella época hasta nuestros días. Y demostrando que en este tiempo histórico
“una distribución mejor garantiza el crecimiento”.
¿La distribución propuesta tiene más de una dimensión? Sí. Además
de la dimensión humana que es la más importante, podemos decir que apunta a una
distribución vertical y horizontal. La redistribución del 12,5% del PBI, tiene
doble dirección y sentido: de arriba hacia abajo y desde el centro a la
periferia.
De arriba hacia
abajo.
Veamos. Todos los
sectores aportan a través de los impuestos y todos los sectores reciben el
I.B.A. Lógicamente, la intención es que sean más beneficiados los sectores
sociales castigados durante los últimos 38 años, es decir el 60% de la
población de menores recursos. Pasará casi inadvertido para el siguiente 20%. Y
el 20 % más rico aportará mucho más de lo que retirará. Para su consuelo con
una tasa de crecimiento importante del PBI, recuperará su aporte en un
cortísimo plazo.
Sólo a modo de ejemplo
podríamos plantearnos que ocurrirá con tres segmentos. Tomaremos los últimos
números confiables del Indec (Hogares según escala de ingreso total familiar,
correspondiente al 4to trimestre de 2006), y partiremos del supuesto que cada
sector aporta en concepto de impuestos un volumen proporcional a su
participación en la riqueza.
En la primera columna
aparece la participación en la distribución de la riqueza del 1ª, del 3ª y del
10ª decil.
En la segunda columna,
el impuesto aportado por cada uno de estos sectores para constituir el fondo de
12,5%.
En la tercer columna,
el ingreso por IBA.
En la cuarta, la
diferencia entre egreso por impuestos e ingreso por IBA.
Y en la quinta, la
nueva participación en la distribución de la riqueza.
|
Participación
|
Aporte
(a)
|
I.B.A. (b)
|
(a) –
(b)
|
Nueva
partic.
|
1er
decil
|
33,2 %
|
4,15
del PBI
|
1,25 %
|
-2,9
|
30,3 %
|
3 er
|
12,3 %
|
1,54
del PBI
|
1,25 %
|
- 0,29
|
12,01%
|
10 mo
|
1,6 %
|
0,20
del PBI
|
1,25 %
|
+ 1,05
|
2,65%
|
Como vemos mejora la distribución. Es
menos injusta. Acorta las distancias entre los extremos de la pirámide.
Si los números fueran
otros que los del 2006, igual lograría los objetivos expuestos.
Este ejercicio
demuestra la humildad de la propuesta dado que la relación entre extremos ha
quedado en 11,4. Mucho mejor que los 20 del ejemplo, pero todavía por debajo de
los 7 de la década del 70’. Cabe aclarar que en nada exageramos, ya que, según
el INDEC en el tercer trimestre de 2005 en la región metropolitana el 10% más
rico tuvo ingresos 35 veces superiores al 10% más pobre.
Desde el centro a la
periferia.
Porque, teniendo el noreste, noroeste y
las periferias de los principales centros urbanos, los índices más altos de
familias por debajo de la línea de pobreza e indigencia tendrán los mayores
beneficios.
Sigamos.
¿De qué hablamos,
cuando hablamos de “Pobreza e indigencia”?.
Pobre: necesitado,
menesteroso, falto de recursos para subsistir con dignidad. Indigente: falto de recursos o medios para
satisfacer las más apremiantes necesidades = HAMBRE.
En nuestro país hemos
llegado al extremo de aceptar la categoría de indigente, situación a la que han
sido arrastrados millones de compatriotas y las estadísticas del Indec
empezaron a ocultar hace 6 años. Estas categorías no son producto de la escasez,
sino de la mala distribución del Ingreso.
Repasemos.
La distribución del
Ingreso.
Entre el 76 y el 2001,
la dictadura militar, las claudicaciones de los gobiernos democráticos, los
planes del FMI, la reconversión tecnológica, el derrumbe de la Unión Soviética,
el retroceso de los movimientos populares, la pérdida relativa de poder de los
sindicatos, la desindustrialización, el aumento en el número de desocupados, la
corrupción en la dirección del Estado, condujeron a una mayor concentración de
la riqueza.
Así, mientras en la
primera parte de la década del 70’ la relación entre el 10% más rico y el 10%
más pobre fue de 7 veces, progresivamente y a través de las crisis, se pasó a
15 en los 90’, llegando a 25 alrededor del 2000 y después de la crisis de
2001/2 superó las 30 veces. Si hoy tomáramos los “hogares según escala de
ingreso total familiar”, según distintas fuentes la relación sería de 18 a 1.
Aunque estamos lejos
del peor momento de la crisis 2001/2, también estamos lejos de distribuir la
renta como en la época anterior a la Dictadura.
Sintetizando: la
distribución del ingreso tomo una tendencia cada vez más injusta desde el 76’
al 2001. En Argentina se midió los grados de tolerancia de un pueblo a las
políticas regresivas de las clases dominantes. El estallido social marcó el
límite. Después de la revuelta popular de diciembre de 2001, las cosas fueron
mejorando hasta el 2007/8. Luego se estabilizó
y a partir del 2012 comenzó a sentirse los efectos de un ajuste
económico que no cedió hasta hoy. Probablemente a mediados de 2013 se sienta un
alivio transitorio fruto del aumento salarial (producto de las paritarias) y
para el último trimestre de 2013 y el primero del 2014, con una creciente
inflación mediante, se vuelva a sentir con firmeza el desajuste de la política
económica.
En este contexto, la pregunta que surge naturalmente: ¿Cuántos son los pobres e indigentes?
Como no hay números
confiables tomamos la última Encuesta del Observatorio Social de la Universidad
Católica Argentina (UCA). Según el estudio, a fines de 2012 la pobreza golpeaba
al 26,9% de la población. Proyectado a todo el país arroja casi 11 millones de
pobres. Para la UCA la pobreza creció respecto de 2011, pasando del 21,9 al
26,9%. Son 2 millones de pobres más.
La indigencia para la
UCA es del 5,5% (2,2 millones). O sea, el 20% de los pobres son indigentes.
Cuando hablamos del PBI, ¿A qué
nos estamos refiriendo?
El PBI es una medida
macroeconómica que expresa el valor monetario de la producción de bienes y
servicios. Para nuestro ejemplo no hace falta profundizar. Si tan sólo
incorporáramos la diferencia entre Consumo e Inversión entraríamos en un
análisis que no viene al caso. Nosotros necesitamos un número a partir del cual
producir el cálculo, y eso debe ser el fruto de un consenso político. La
cuestión técnica es secundaria.
Ya lo dijimos, los
números con los que cuenta nuestro país no son confiables. Indec: año 2011,
PBI 459.571 millones de pesos, a precios
constantes de mercado de 1993. A precios corrientes, 1.842.022 millones de
pesos en 2011. Tampoco los organismos internacionales parecen dar mucha
certeza. El FMI nos ubica con un PBI y el Banco Mundial nos brinda otro número.
En el día de hoy (07/05/13) el dólar blue roza los $ 10, mientras que el
oficial apenas supera los $ 5. En el medio un sinnúmero de opciones muestran
una dispersión que hace imposible saber cuáles son los números reales. Si
sumáramos la economía en negro, el contrabando, el saqueo ilegal, todo
resultaría muy complejo y terminaríamos en una maraña de números.
Sólo para visualizar
la idea, sin detenernos en asuntos técnicos, y tomando un valor bajo y con
números redondos podemos aproximarnos con este ejemplo:
Si vamos a Wikipedia vamos
a observar dos números: PIB (nominal) US$ 501.325 (2013); PIB (PPA, Paridad de
Poder Adquisitivo) US$ 780.047 (2013) (FMI).
Tomemos el más bajo y
asignémosle al dólar un valor de $ 6. Así 500.000 MD por 6 = 3 billones de
pesos.
Con un PBI de $ 3 billones
y una población de 40 millones, tendríamos aproximadamente el siguiente
resultado:
3 Billones x 12,5% =
375.000 MP.- Este es el monto que se distribuirá igualitariamente a lo largo de
un año.
La distribución de
estos 375.000 MP entre 40 millones de habitantes, arroja un resultado de $
9.375 anuales. Dividido 12 nos da $ 780 mensuales por habitante.-
Una de las virtudes del
proyecto es que se trata de un porcentaje fijo sobre un volumen móvil. Desde el
punto de vista del poder político no da lugar para manipulaciones, el cálculo
resultará de una operación técnica. Y desde el punto de vista social se
extenderá el interés por acrecentar la torta de la riqueza general, porque
–quien más o quien menos- todos terminarán favorecidos.
Aunque la idea representa una redistribución del ingreso de
enorme magnitud, se conserva el 87,5% de la distribución actual, por lo que la
sociedad seguirá funcionando sin ningún tipo de alteración sustantiva.
Entendemos que en la
sencillez de la propuesta y la posibilidad de ponerla en práctica en forma
progresiva y consensuada estriba la fuerza de la misma.
¿Se necesitaría una
nueva ingeniería en el presupuesto nacional?
Desde ya que sí. Pero
ese es otro capítulo.
¿De dónde saldrán
esos recursos?
Como ya dije que no
vale la pena entrar en tecnicismos, insisto con cuatro pistas: 1.- La
reasignación de los fondos de todos los planes sociales en los casos donde sea
más conveniente el I.B.A. que el plan actual.- 2.- Comprometiendo la mitad del
crecimiento de la recaudación fiscal en estas asignaciones hasta alcanzar la
meta.- 3.- Con gravámenes sobre ganancias extraordinarias o reponiendo aquellas
que representan privilegios del pasado como la exención a las rentas
financieras o los aportes patronales. 4.- Buscando en la enorme economía en
negro.
¿Cómo repercutirá
sobre la microeconomía familiar?
En una familia tipo de
4 personas estará representando un ingreso mensual de $ 3.120.
Empecemos por la
comida. Según nutricionistas de la Universidad de Buenos Aires, comer bien en junio de 2012 en nuestro país, tiene un
costo de $ 2.750. Hoy puede alcanzar los $ 3.300. Esta cifra atiende a las
necesidades de dos padres adultos y dos hijos menores.
Contrasta esta cifra
con la brindada por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, que desde
su intervención en 2007 viene alterando los índices de tal forma que, su desvío
torna los números del otrora prestigioso organismo público en inverosímiles y
ridículos.
“Para
el INDEC una familia tipo (padre y madre de entre 30 y 35 años, un hijo de 5
años y una hija de 8) que resuelve la alimentación con $ 725 por mes – 7,56
pesos por día por persona - no es considerada indigente. Ese es el valor que
dio a la canasta básica mensual de alimentos (CBA).”
“Por
otra parte, una familia tipo que además de alimentarse, cubre los gastos de
transporte, ropa, educación, salud y demás servicios esenciales con $ 1.650 por
mes, lo que sería 17,20 pesos por día por persona, deja de ser pobre. Este es
el monto que definió para la canasta básica total (CBT) que incluye alimentos,
bienes y servicios.”
También si nos
remitiéramos a actores importantes que son formadores de opinión sobre los
porcentajes de población afligidos por la pobreza, estaríamos en inmejorables
condiciones. Si observamos por caso a
Artemio López –hombre muy cercano al gobierno-, en el 2º semestre de 2011, el
nivel de pobreza se empieza a medir por debajo de los $ 1.837, con lo que
solamente afectaría al 20,9% de la población. Si en cambio para la misma fecha
tomamos el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica
Argentina, es pobre aquella familia que no alcanza un ingreso mínimo de $
2.150, con lo cual la pobreza asciende al 34.9%. Estos valores, aunque muy
superiores a los del Indec, merecerían una actualización. Con todo podemos
observar que una propuesta como la que estamos presentando se acerca mucho a la
solución definitiva del drama social argentino.
Avancemos un paso en
el tema Alimentos.
En nota periodística el
Dr. Sergio Britos, de la Escuela de Nutrición de la Universidad de Buenos Aires
explica: “La Canasta Básica de Alimentos que
mide el INDEC no sólo ya es demasiado vieja (de 1988) sino que es un perfecto
modelo de dieta obesogénica, nutricionalmente pobre y monótona y contrapuesta a
todos los lineamientos que la Organización Mundial de la Salud plantea como
base de una alimentación promotora de la salud. Argentina tiene más de la mitad
de su población con sobrepeso y 66% con exceso de grasas saturadas, sodio y
azúcares”. Y afirma: “Es inaceptable que
el estándar de costo alimentario sea una canasta básica. Las personas y hogares
indigentes no son los que no pasan hambre sino quienes no pueden comer
saludablemente. Significa no menos de 25 pesos por día para un escolar o una
mujer y 2.750 pesos por mes para una familia tipo de cuatro personas”. Britos explica que
una alimentación saludable tiene dos pilares: variedad (muchos alimentos) y calidad nutricional (el 85% de la dieta
debe estar conformada por alimentos ricos en nutrientes esenciales y bajos en
grasas saturadas, trans y azúcares agregados. Un adulto debe combinar
diariamente cinco porciones de hortalizas y frutas de diferentes formas y
colores, medio litro de leche, pastas, arroces y legumbres, carnes de distinto
origen, aceites, pan y abundante agua o bebidas sin azúcar).”
Agreguemos un párrafo
sobre Desnutrición Infantil, porque son los niños pobres los que pagan la
concentración de la riqueza y el egoísmo de la sociedad. Y nunca perdamos de
vista que en la Argentina de hoy “la mayoría de los pobres son chicos y la
mayoría de los chicos son pobres”. El Dr. Abel Albino de la Fundación Conin
sostiene que: “La formación del sistema nervioso
central está determinada en los primeros 2 años de vida. Si durante este lapso
el niño no recibe la alimentación y estimulación necesarias, se detendrá el
crecimiento cerebral y el mismo no se desarrollará normalmente, afectando su
coeficiente intelectual y capacidad de aprendizaje; corriendo el riesgo de
convertirse en un débil mental. Este daño afecta a toda la sociedad ya que la
principal riqueza de un país reside en su capital humano, y si éste está
dañado, ese país no tiene futuro.”
Alguien que comparta
plenamente el rol de la alimentación puede afirmar: Con $ 3.120 de nuestro
ejemplo no alcanza. Tiene razón. Esto ocurre: 1.- porque el PBI argentino no es
suficientemente grande y 2.- porque el porcentaje que estimamos resulta
insuficiente.
Las dos cosas son
ciertas. Esta propuesta no es la panacea. Ocurre que se trata de una cuestión
histórico-política. 1.- En torno al PBI entendemos que debe seguir creciendo y
cambiando cualitativamente para que su composición tenga más que ver con las
necesidades de las mayorías populares. Pero esta cuestión está muy lejos de
resolverse en el corto plazo. Y 2.- El porcentaje en cuestión (12,5%) nos
parece adecuado en tanto inicio de un debate en torno a la Justicia Social en
la 2º década del Siglo XXI en nuestra Patria.
¿Entonces?
Simple. Esta propuesta
representa un paso gigante, pero no resuelve sino el mínimo de necesidades
materiales que demanda una familia o un individuo. El resto se lo debe ganar
con el sudor de su frente o con políticas focalizados en los poquísimos casos
que lo ameriten. Pero ya sabemos que erradicamos la indigencia, y quedamos muy
cerca de erradicar la pobreza. ¿No vale la pena hacerlo?
Agreguemos
que además de poder alimentarse adecuadamente, deberíamos sumar como mínimo dos
cuestiones: una material y otra cultural.
La cuestión material tiene que ver con que además de comer, hay que
vestirse adecuadamente, tener un hogar donde vivir, pagar los servicios,
higienizarse, viajar al trabajo y a la escuela, comprar los útiles escolares,
juguetes, atender la salud, etc. Para lo cual debemos pensar en una cifra mayor
para no caer por debajo de la línea de pobreza. De hecho la Central de
Trabajadores Argentinos CTA pide un salario mínimo de $ 5.000 y el 82% de ese
salario para la jubilación mínima.
La cuestión cultural tiene al menos dos dimensiones a las que
habría que atender. 1.- Por un lado la correcta asignación del dinero en un hogar de bajos ingresos. El sistema
educativo debe cumplir un rol protagónico en torno a la preparación de los
padres y los niños para el uso inteligente de los recursos que se dedican a la
alimentación y al resto de los rubros. 2.- Por otro lado la cultura del
trabajo. En muchos escritos sobre el Ingreso Básico Universal o la Renta
Ciudadana se hace un elogio del ocio. Y está bien. Pero Argentina, insistimos,
no ha llegado a un nivel tan alto de desarrollo que pueda pensar, en este
contexto mundial, en desalentar el crecimiento económico. Sería un error de
enorme magnitud.
Si el I.B.A. no
resuelve integralmente el problema ¿cómo lo debemos interpretar? El asunto es
que para el 40% o 50% más pobre de nuestra sociedad estaría representando un
cambio tan grande que nos acercaría rápidamente a una solución. Pensemos que,
como el I.B.A. no va en detrimento de ningún otro ingreso, conseguir el dinero
que resta alcanzar un ingreso satisfactorio es una tarea factible para
cualquier familia argentina. Y en eso también radica su fuerza.
Ahora ¿Cómo
repercutiría en la macroeconomía?
El incremento del poder
adquisitivo de los sectores postergados repercute en forma inmediata en el
consumo. Son tantas sus necesidades básicas insatisfechas que rápidamente
volcarán sus recursos al mercado. ¿Qué compraran? Todos los bienes y servicios
que pueden consumir las familias humildes, de manera que reactivarán las líneas
productivas de aquellos artículos de primera necesidad que hoy no consumen. De
esta manera también ayudarán a reorientar la inversión en torno a esta demanda,
acrecentando la producción y modificando
la matriz productiva con sentido popular.
La propuesta tiene un perfil humano innegable. Pero ¿actuamos conforme
a derecho?
Claramente estamos cumpliendo un
mandato Constitucional. Del preámbulo de nuestra Constitución Nacional surgen
tres mandatos:
afianzar la justicia,
promover el bienestar general y
asegurar los beneficios de la libertad
Observando: la
distribución de la riqueza, los índices de pobreza e indigencia, el acceso a
los servicios de salud y educación, la situación habitacional, podemos decir
que estos mandatos no se cumplen adecuadamente para el 100% de la población.
Si agregamos que el
artículo 14 bis en su párrafo tercero señala:
El Estado otorgará los beneficios
de la seguridad social, que tendrá carácter de integral e irrenunciable. En
especial, la ley establecerá: el seguro social obligatorio....
Que no se cumple.
Que con la aplicación
del I.B.A. los derechos y garantías de nuestra Constitución Nacional toman una
vigencia real al extenderse a toda la población y avanzar en el ideal de la
Igualdad y la Justicia Social.
El Valor Humano.
El cultivo virtuoso del
valor humano es, además de un propósito noble, una necesidad impostergable de
la Argentina.
Tiene un sano e ingenuo
perfil poético en el sentido de dignificar, honrar y embellecer la vida. Y un
profundo, duro y significativo resultado económico. Los países más exitosos basan
su producción en el uso intensivo del conocimiento, la incorporación constante
de los avances científicos y tecnológicos, la capacidad innovadora y la mayor
calificación del trabajo. El único portador de estas capacidades para el
progreso es el ser humano.
Mucho se habla de la
erosión de los suelos, el agotamiento de recursos naturales y el deterioro del
medio ambiente. Poco en cambio de la erosión del valor humano, la explotación
de vastos sectores sociales y el deterioro de las condiciones de existencia;
para quienes, vaya a saber por mandato de quien, están condenados a la
indigencia, la pobreza, la exclusión y el uso económico o político de los
sectores dominantes.
Nuestra propuesta es
una pieza de un proyecto de país diferente. Tiene la ventaja, sin embargo, que
puede implementarse ya si hay voluntad política.
Se trata, en
definitiva, de una sencilla ingeniería financiera para distribuir la riqueza, de manera que
garantice la Dignidad Humana, recupere para nuestro pueblo un mínimo de
Justicia Social y haga compatible la vida real de los argentinos con los
enunciados de la Democracia.
Los deberes de todos.
También por mandato constitucional aclaramos que la presente propuesta
debe ser antecedida con la defensa de deberes irrenunciables de las personas
que podrían sintetizarse en:
el deber de trabajar dentro de
sus capacidades y posibilidades,
el
deber de cooperar con la comunidad en la asistencia y seguridad sociales,
el
deber de pagar los impuestos establecidos por la ley.
La Democracia.
En palabras de Esteban Echeverría: “La Democracia es
el régimen de la libertad basado en la igualdad de clases.”
Dos pilares
constitutivos de la Democracia: Libertad e Igualdad.
Debemos afirmar con claridad: Sin Libertad e Igualdad no hay Democracia.
La separación de estos
principios ha sido un ardid de los sectores dominantes con la finalidad de
disfrutar libremente de sus privilegios a expensas de los más débiles. Igualdad
y Libertad son términos inseparables.
Aclaramos nuestro concepto: El
ejercicio de la Libertad presupone la Igualdad en un mínimo de condiciones que
deben ser garantizadas por la sociedad.
El núcleo de estas
condiciones iguales para el ejercicio de la libertad, debería ser:
alimentación, seguridad, salud, educación, vivienda, ambiente sano, acceso a la
modernidad, obras públicas, participación social y política.
Afirmamos que: En la
Argentina actual, ninguna de estas condiciones son iguales para los ricos, para
las capas medias y para los pobres.
Por eso la “Democracia”
se muestra formal, pulcra por fuera – cada ciudadano un voto -, y débil por
dentro, millones de compatriotas se debaten cada día por la subsistencia
mientras otros viven en la mayor holgura.
La Igualdad.
Es atacada por los
defensores del darwinismo social, los conservadores y los neoliberales.
Las diferencias entre
los seres humanos existen y nadie, en su sano juicio, pretendería anularlas.
Deben ser útiles para la realización individual de cada uno y aprovechadas para
el enriquecimiento del conjunto. Cada individuo, único e irrepetible, debe ser
respetado en sus particularidades. Las que, siendo de utilidad común y no
afectando el derecho de terceros, deben desarrollarse en plenitud. La sociedad
debe garantizar, para bien del individuo y de ella misma, la mayor
potencialidad de las aptitudes de cada uno. Si esto no se verifica en la
realidad, es porque la sociedad dividida como está, le cierra el camino al
mayor número.
La mística de la
Igualdad.
Teniendo el principio
de Igualdad una mística por la cual vale la pena luchar, antes de terminar me
gustaría recordar el viejo “Manifiesto
de los iguales” de Babeuf, escrito hace dos siglos, pocos años después de
la revolución francesa.
1.- La naturaleza ha
dado a todos los seres humanos un derecho igual al goce de todos los bienes.
2.- El objeto de la
sociedad es defender esta igualdad, atacada con frecuencia por el fuerte y el
malvado, en estado de naturaleza, y aumentar con la cooperación de todos, los
goces comunes.
3.- La Naturaleza ha
impuesto a cada uno la obligación de trabajar. Nadie puede, sin cometer un
crimen, sustraerse al trabajo.
4.- El trabajo y los
goces deben ser comunes.
5.- Hay opresión en el
hecho que uno se extenúe trabajando y carezca de todo, al paso que otro nade en
la abundancia sin hacer nada.
6.- Nadie ha podido,
sin cometer un crimen, apropiarse exclusivamente los bienes de la tierra o de
la industria.
7.- En una verdadera
sociedad no debe haber ni ricos ni pobres.
8.- Los ricos que no
quieren renunciar a lo superfluo a favor de los indigentes son los enemigos del
pueblo.
9.- Nadie puede, por la
acumulación de todos los medios, privar a otro de la instrucción necesaria para
su felicidad. La instrucción debe ser común.
10.- El fin de la
revolución es destruir la desigualdad y establecer la felicidad de todos.
11.- La revolución no
se halla terminada, porque los ricos absorben todos los bienes y mandan
exclusivamente, al paso que los pobres trabajan como verdaderos esclavos, se
arrastran en la miseria y no son nada en el Estado.
Un camino.
Nosotros ofrecemos un camino para
erradicar la indigencia y la pobreza en nuestro país. Lo hacemos pensando que
pueden existir otros caminos y con gusto estaríamos dispuestos a escuchar,
observar y debatir para encontrar el mejor.
Mientras tanto, el que
ofrecemos, tiene la particularidad de ser muy consistente. Insisto. No nos
interesa el detalle y la precisión porque el objetivo es demostrar “que se
puede”. Es llamativo como una propuesta tan sencilla de ser llevada a la
práctica encuentra las resistencias propias del “no se puede”. Buena gente que
dice: “Si, es linda la propuesta, pero ¿Qué dicen los economistas? ¿Qué dicen
los técnicos?” En el espíritu de la resignación están esperando que el “no” lo
digan los especialistas, los técnicos.
Los grandes objetivos
de la humanidad, no se le preguntan a los economistas, ni a los técnicos. Se
establece su necesidad y se avanza. No me imagino a San Martín preguntándoles
si se puede o no cruzar la cordillera con un ejército recién formado y enfrentar,
del otro lado, a una de las fuerzas militares más poderosas del planeta. Los
ejemplos son tantos que podrían ocupar una enorme cantidad de tomos. El
Presidente John F. Kennedy, el 25 de mayo de 1961, pronunció ante el Congreso
de Estados Unidos las siguientes palabras: "Creo que esta nación debe proponerse la meta, antes de que esta
década termine, de que el hombre pise la Luna y vuelva a salvo a la Tierra”. El 22 de noviembre
de 1963 fue asesinado. EEUU persistió en el objetivo. El 16 de julio de 1969, antes
de que terminara la década, era lanzado el Apolo XI y cinco días después Neil Armstrong
estaba pisando la superficie lunar. El 24 de julio estaban de vuelta en casa.
La carrera Aero-espacial aportó innumerables elementos que hoy son parte de la
vida cotidiana y además incorporó, una vez más, la convicción de que nada es
imposible. El ser humano puede alcanzar metas extraordinarias, si en primer
lugar se las propone.
Lo nuestro es más
modesto. Queremos llamar la atención acerca de un drama social cuya resolución
está al alcance de la mano. El Derecho a la Buena Vida, digna y sana, está
comprometido para mucha gente, y siendo que todos defendemos los Derechos
Humanos es hora que nos hagamos cargo con eficacia y eficiencia de la cuestión.
Debemos garantizarle a cada uno de los miembros de nuestra comunidad los medios
con los cuales llevar adelante una vida sin privaciones alimentarias. Así de
simple. “Con la Democracia se come”.
Mario
Mazzitelli.
Sec. Gral.
del PSA (Argentino)
No hay comentarios:
Publicar un comentario